las cuerdas incandescentes...
Hay algo que tiene que ver, con el sentimiento mismo de la acción.
Cuando mahoma va a la montaña, es porque la montaña no fue a el;
¿Esto que significa?
Significa que el hombre que actúa, es el hombre que logra la meta concreta, el que llega a la montaña.
Esto es una revolución, del pasivo sentimiento de la espera y la inacción.
Creo que viene a explicarnos, lo errados que estábamos al comprender lo inactivo, como lo que es mas sutil.
Lo que no reacciona, con lo invisible, con el mundo espiritual; pues bien, esto no es así.
Estoy seguro que desde los albores de la creación, el movimiento y la agresión de lo que actúa en lo profundo, en lo invisible; es mucho mayor que ninguna otra cosa física.
Porque lo físico no es nada más que un reflejo externo, de lo que ocurre adentro y afuera.
La inacción no es sinónimo de contemplación, el proceso de actuar es muy importante.
Es difícil sacarse las pesadas cadenas de lo inerte, de lo inmóvil, de las costumbres.
Nada esta inmóvil, esto no es más que una metáfora inexacta, de lo que realmente anida hay dentro.
Cuando mahoma va a la montaña, recorre el camino con sus propios pies, utiliza lo que tiene en esta dimensión física y se mueve.
Se aprovecha del poder mundano que le da, el cuerpo mismo, con la copa de intención mística, repleta en el hacer.
El cuerpo es un vegetal, animado por la conciencia inteligente, reacciona a los sentidos con impulsos, dependencias y necesidades.
Lo que se mueve en el bajo fondo, eso que repta en lo profundo de tus ojos.
Es como una serpiente, una cuerda viva.
El impulso es tremendamente activo y reactivo, somos como una orbita excéntrica que intenta dominarse, que influye y fluye por entre los dedos, las manos, los pies, la boca y la carne.
La fuerza interna que nos obliga a movernos, primeramente como función de sobrevivir aquí y ahora; posteriormente como impulso suicida, uno debe aprender a domar aquella bestia.
¿Entenderla o devorarla?;
Pero si nos devoramos internamente, estaríamos alcanzando nuestra propia cola.
¿Como tratar a esa bestia circular, de los ciclos y las fases cósmicas?
Encantándola, sin temor alguno.
¿Porque hay tanta gente interesada en el temor?
El temor moldea nuestra existencia, la vuelve activa o pasiva.
Dentro del cuerpo, se revuelven las substancias químicas, enardecidas por descargas electro magnéticas, las mismas que impulsan la sinapsis del ser pensante, son perceptivas y se transforman constantemente.
Todo parte desde un empuje de vibración, sobre una frecuencia consistente que siempre a estado allí presente.
Cuando esas "cuerdas" de energía que son invisibles, reverberan con el pensamiento humano, encontramos que se materializa la cosa que uno ve, lo que evidencia una presencia.
La presencia justamente, precede a la esencia.
Toda visión, corresponde al poder receptor del que la idea, del que vibrando invoca y materializa, en una imagen el corpúsculo atómico de alguna forma.
Pero esas cuerdas están siempre allí tendidas, solo que se sostiene como una maraña espesa, como en un universo invisible a lo material.
Cuando estamos vibrando cerca de alguna de esas cuerdas tendidas, una parte de ellas que también vibra; se materializa en nuestra mente cuando existe, una cercanía de rangos de la vibración, que emiten sustancia al idear algo, esto se moldea en lo sutil y se imagina o vivencia directamente.
El hecho, se amolda en la conjunción de las cuerdas vibrando y el suceso existe, la mente y el ojo lo ven.
Aquello se materializa y uno, lo puede ver, tocar si es el caso.
Vivimos de las ideas que se materializan en lo real, pero antes de eso; las ideas son sustancia informe, abstracta e indeterminada; lo que ellos llaman subconsciente.
La sensación energética del tacto espiritual, nos hace temblar el sentimiento en el corazón; aquello esta allí, flotando en las cuerdas invisibles.
Viajando el universo abstracto de todas las probabilidades, semejantes a aquellos caños matemáticos, de luz y ultrasonido.
Sentimos la vibración en el corazón y el cerebro focalizar y reacciona, la mente localiza y construye la idea concreta, el ojo ve lo que entiende y el cuerpo comprueba lo que acontece.
La realidad.
Se experimenta el intelecto y la reacción, atentos a un flujo de información procesada, que son las ideas, las palabras, las acciones y las imágenes.
Para que allá excitación, las cuerdas deben estar agitadas.
Donde están en calma, reina la armonía; por eso la tendencia al movimiento en el cuerpo físico es tan fuerte.
Seria como tratar de calmar los tentáculos de un pulpo gigante, hambriento y asustado bajo el agua fría.
La idea de vaciar la mente o meditar en lo zén, es bastante ocurrente para percibir estas cuerdas, pero esta percepción es distinta a la física, es una abstracción de la abstracción mental misma, de lo sensorial y al mismo tiempo, es definido no como una abstracción.
Al controlar nuestro fenómeno de consonancia mental, estamos pasando ingravidos, ante toda esa marea inquieta de las miles de cuerdas. El buda, descansa en la inquietud.
Millones de ellas, tendidas a lo ancho y largo del espacio infinito; de arriba a abajo y hacia lo profundo del fondo.
En laterales y direcciones estrelladas todas, mezcladas y atravesadas, una masa invisible que PRE existe ante todo lo tangible.
Todas las conformaciones poligonales existentes, se funden en esta maraña hiper lineal.
Avanzar ingrávido entre esa maraña, es el verdadero poder del buda, el mismo que renuncia a sintonizarse ante ellas; pero hasta el buda se sintoniza en alguna idea, en una frase, en un Sutra, en una flor.
Dejar de desear ese “algo”, es lo que han buscado muchos, pero aun muchos mas, lo han buscan intencionadamente, a ese "algo".
Mahoma atraviesa la maraña energética, lo hace visible en su fe, lo realiza en el mundo físico.
De allí su poder activo, mas que pasivo.
Seguimos siendo pura dialéctica química y orgánica, la mente ha inspirado sus ideas en ella.
La mente ha involucrado al universo mismo, dios es esa mente.
Tangible e intangible, visible e invisible.
Un mago, un profeta, un iluminado; es quien reside en la fuerza, de acatar y sentir en el corazón la presencia; la tendencia que esas cuerdas están fusionando en un haz creativo.
No es lo que es, sino a lo que va, no es lo que es, sino lo que viene siendo; no es lo que fue o será, sino lo que esta siendo.
Todo es una cuerda tendida, miles de cuerdas traspasando el absoluto vacío.
No tomar ninguna es disolverse en todas, como la materia que se disuelve, que se esparce, que circula.
La sangre circula en un sistema, cuando el sistema es desangrado, el sistema se derrama, se seca y se pudre.
A la costra de la oxigenación, como cuando la sustancia invisible que se oxida en la materia mental, forma la costra de lo visible.
La luz podría llegar a ser la sangre del sistema de cuerdas, si se pudren esas cuerdas llega la oscuridad.
Pero ni la luz ni la oscuridad, son esas cuerdas.
El todo es una interacción del cuerpo y la mente, de lo que esta afuera y adentro, de arriba y abajo, del sentir y el pensar.
Presentir no es más que "ver" esas cuerdas, como posibilidades invisibles que sintonizan con la percepción.
El campo quántico, se concreta como una hipótesis matemática y compleja, del sistema estructural de esas cuerdas.
Esas cuerdas es como si estuvieran vivas, son emanaciones de un posible sol ancestral, inextinguible como un eco anterior a lo eterno.
Esas cuerdas...
¿Por que esta allí?
¿Como se sostienen?
Somos casi como una lenteja luminosa que flota entre esas cuerdas, amalgamando y reuniendo algunas de ellas en un punto; conformando la realidad visible, atravez de intrincados sistemas de comunicación decodificada.
Trazas de inteligencia incolora, inodora e intangible, las cuerdas se doblan, se quiebran en forma de esquinas, escriben lo que esta siendo.
el brillo es creado por el movimiento de ellas mismas al ser reflejadas, son cuerdas que no tienen dimensiones fijas, son gruesas y a veces son delgadas, se vuelven mas finas que una aguja y pueden llegar a ser tan gordas como el diámetro de la luna entera.
No dependen de la explicación, del raciocinio ni la imaginación; todos estos conceptos, nos servirían para hablar de ellas, para entenderlas o alcanzarlas; pero jamás serian el fenómeno mismo.
Cuando se rompa la barrera del tiempo, las cuerdas se harán claras como una escritura, como el encuentro con lo pictórica; cuando nació la escritura cuneiforme.
Y es que, tan solo basta que una de esas trazas se “encienda” en un nudo de luz cristal, como para desatar cualquier cosa en lo tangible.
Los ecos somos nosotros, traduciendo como las fotocopias del original, como la onda del piedrazo; como la sensación de lo real.
Nuestros cuerpos, nuestras almas construidas por el movimiento de esas cuerdas, por eso estamos vivos, por ellas moriremos.
Mas que por ellas, por la incandescencia al existir.
El fenómeno de la incandescencia y la fluoración de los haluros sublimes.
Piedras, rocas y sedimentos; materias minerales que sugieren la geometría misma, perfecta en su error.
Cristales de cuarzo, líneas fisiológicas, universos integrales, matemática y diseño de última generación.
La palma de la mano, la construcción misma de las armas de destrucción masiva, el condón y la raqueta de tenis.
La bombilla de la cabeza de Einstein, rayos catódicos y la mordacidad del maestro ilustrado a la antigua.
Todo se confabula detrás de esas cuerdas, inmaculadas, vírgenes para los instrumentos de la percepción.
Vibrando alcanzamos la realidad, creamos vida, comemos, atraemos y expulsamos, llegamos a dejar de hacer.
Somos, vivimos, existimos como un eco de la voz creadora, pasando el túnel del tiempo, reverberando hasta el silencio absoluto.
Toda vida es así, una proyección de las cuerdas que se condensan en ciertos puntos, ocurriendo verdaderas fusiones nucleares que convierten, lo invisible en existencia.
El color que aparece en el prisma; es la “descomposición” de la luz que ocurre en nosotros, estamos hechos de eso, del color y los rayos que inundan la mente y el ojo.
De la unión de esas cuerdas, la paleta cromática que desprende todas las vibraciones reconocidas.
Como un sagrado tornasol.
Las cosas se manifiestan.
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