alimentacion de la cultura...


Se alimentan.

Al vislumbrar este asombro que se produce al comer, de un plato y una mesa con el tenedor en mis manos...

Ver al niño alimentándose en la humilde libertad, de una abundancia recurrente y transitoria....

...Se me hace evidente; el concepto radical de la selección natural del pensamiento activo en el hombre, cuando traga su alimento.

Aquel primer atisbo de un libre albedrío, limitado en aras y circunstancias del posible sustento.

¿Que es lo que discrimina en la mente alumbrada de un bebe?, es lo que le hace el llevarse todo a la boca, como un impulso incontenible y su posterior reflexión anímica.

Los seres humanos estamos encadenados a esta cíclica noción de absorber, los alimentos mentalmente en primera instancia y mas tarde, en la realidad física y aunque sea por un milésimo de segundos mas rápido, es la percepción óptica bombardeando al cerebro, la que devora anteriormente al pensamiento y antes que los dientes.

La naturaleza nos entrega estos elementos de la nutrición, pero nosotros los hemos llegado a procesar de unas mil formas cada vez más complejas a su condición meramente natural.

La industrialización masiva del mercado alimenticio, sostiene el más claro ejemplo de esto.

Al sentir frente a nuestro rostro, con sus facciones determinadas por los huesos, la lengua y la carne, frente a un objeto atrayente...

La influencia ocurre, con la sugerencia de este universo holográfico, de sustancias concretas.

Tomamos conciencia, de lo que nos cabe o no en la boca.

De lo que nos arroba en su grandeza y nos rellena la boca.

Cuando es demasiado grande el objeto, la experiencia puede llegar a ser traumática.

Lo que nos seduce a chupar, saborear, masticar y tragar.

Estas experiencias, son tan fuertes que realmente inundan y se implican, en casi todas nuestras ideas de la vida.

Percibimos como un bebe, armados de una idea rasa de la imagen visual, sin contenido aun.

Porque para el niño, el ojo es la boca y con sus manos, el comprueba su capacidad de asombro constantemente.

Y una vez que se da cuenta, de las dimensiones físicas ideales de un objeto; se sabe que cabe o no en la boca.

Entramos a un nuevo mundo existencial; mas aun, cuando las papilas gustativas reaccionan.

Ellas le envían la información ancestral, al cerebro genético.

Comienza uno a entender probando, tragando, comiendo y empezando a discriminar mentalmente la vida.

Uno experimenta el gusto, en el amplio e inmenso espectro del sabor.

La percepción visual del color, también nos influye en las impresiones.

Como el niño en sus deditos, que se enfrenta a un pedazo de papel, a un pedazo de plástico y a un trozo de mango o harina.

Cuando entendemos que un objeto es inconmensurable para nuestra boca, intentamos diluirlo, partirlo, estrujarlo, transformarlo a escala de nuestras propias dimensiones.

Asemejarlo a nuestro alcance, a nuestras posibilidades de absorberlo; tal como hacemos con las ideas y las realidades de este mundo material.

Esto desafía nuestra capacidad también, de acceder a los logros de un hambre intensa.

Cuando la mente se obsesiona por algo, exuda la intención evidentemente.

Una de las primeras transformaciones vitales, en la historia planetaria.

El niño o la niña, animales complejos, clasifican, comparan y eligen ya, sobre una mesita de plástico su alimento.

Engullendo la comida, según sus gustos o las imposiciones de sus educadores.

La leche universal; nos recuerda la esencia pura del ser, lo que sostiene y da una imagen del origen.

Porque la leche es la primera sustentación externa del ser animado, la sangre es la interna, el plasma radial del ombligo la conexión.

Una vez ya qué nos enfrentamos, a opciones diversas; el ser comienza a elaborar su mecanismo de reacción mental frente al mundo, su conducta aprendida y desarrollada.

Por medio de la inhibición y la acción de los sentimientos, por medio del estimulo de los demás y de las propiedades formales, de los objetos.

Imaginemos el momento crucial, de cuando el bebe por primera vez se enfrenta, a un gusto diferente...

A una textura diferente a la de la leche materna.

Tanto se han preocupado, de cagar y dormir desde hace mucho tiempo, en un estado larvario.

Y ahora estando perplejos ante un mundo visible, tangible y ajeno.

La experiencia es la madre de la realidad, de todos los procesos orgánicos, cósmicos, del universo químico, matemático, social o metafísico.

Esa es la naturaleza material y especulativa, de lo que modela las dimensiones.

Cuando el niño come, la semilla se convierte en raíz del verdadero accionar, en esta realidad social, natural, internacional y económica.

O en donde le toque estar.

En donde nos apropiemos de los elementos, cohesionamos nuestras ideas y nos entregamos, a las costumbres.

Porque todo lo influye, la idea del comer en esta vida.

El comer nos da propiedad, pertenencia material, somos dueños de los elementos, los tragamos.

Que mayor apropiación real, mas que la fuerza de alimentarse, de lo que atrapan nuestras manos.

Nosotros también somos, maquinas orgánicas de procesamiento material.

Es donde aprendemos a ser consumidores y ese poder, es tremendo.

El mundo antiguo obligaba a consumir, dentro de un sistema de abastecimiento y control de las materias ricas de energía vital, dominando incluso, las materias nocivas y envenenadas.

El hombre aprendió a manipular, los elementos y sus reacciones principalmente al consumirlos.

El concepto de consumo, siempre estuvo en nuestra genética pura.

Y éramos directos participes, de la ciencia de la transformación material.

Hoy día; el control se haya en los manejos de las costumbres y los hábitos, los hábitos de consumo que nos impulsan a devorar.

A devorar sin saber que, ni como, ni cuando.

A ser inconscientes en el consumo real de los elementos y las materias.

A reconocer otros elementos artificiales, especializados en lo sucedáneo, alejados del nicho productivo; doblegados por el implante de lo “necesario”.

Devoramos la existencia continuamente, cuando estamos ansiosos, desesperados, hambrientos.

El efecto de la supervivencia ya no basta, se adentra uno en los terrenos peligrosos, de un gusto culturizado.

Estamos siendo conducidos ante el mundo.

Con la comida vamos deseando primitivamente, la plenitud existencial.

De cuando éramos animales simplificados, sabíamos que la diferencia de la vida y la muerte, se hallaba en la alimentacion.

El hambre.

Por eso un mundo hambriento, es un mundo fácil de dominar, de disuadir.

¿Que ocurre cuando algunos?, ¿ni siquiera tienen opciones de alimentarse?

Es por el hambre de otros, pero un hambre refinada, amplificada en su límite de sobrevivencia.

Todo se traduce a energías de alimentacion, en esta naturaleza.

El agua es consumida por la atmósfera y la tierra, por sus habitantes.

El aire también se mezcla y se entrega a todos los pulmones, los boques son devorados por fuego y acero.

Los peces, las frutas, las verduras y las semillas son devorados.

Todo es devorado, engullido o procesado, en el irrefrenable impulso atómico de la energía manifestada.

Revisemos profundamente, nuestros hábitos alimenticios, pero no solo eso.

Veamos también lo que acostumbramos consumir, el mundo del dominio, no desea que exista reflexión.

Es como llenar mecánicamente y sin delicadezas, la boca del niño sin permiso a experimentar y elaborar su propia experiencia mental.

Meditemos ante un niño que se alimenta libremente, sin demasiados controles y determinaciones de costumbre, de protocolo.

Veremos como realmente nace, la sociedad de humanos naturales y verdaderos, no una nación mas, de imbeciles consumados.

Manipulados por la fuerza de la costumbre del dogma, del control mental corporativo.

El ayuno sagrado...

No se debe obligar, ni por miedo ni ansia; no por logro u orgullo, el ayuno del alma es su más libre alimento.

La palabra que calla; concentrarte en tu energía y date cuenta, de que eres lo que comes, lo que ingresas en tu organismo; el cuerpo es mucho mas que una maquina inútil de digestión.

Lo mas triste; es que no comemos por paz, por amor; comemos por gula y pasión.

La sangre no debe ser intoxicada, sanea tu cuerpo ahora, expulsa los malos hábitos, no necesitamos comer tanto; estamos rellenando espacios emocionales, cubriendo dolores síquicos; empujando el carro del olvido, siendo verdugos anestesiados por el mercado.

La boca que no es respetada, hablara inmundicias y obscenidades; y acabar escupiendo sangre.

Toda esta era, tan desnivelada y fantástica, que se pudre en los huesos, de los que no saben parar a tiempo.

La carne y la leche, la sal y el azúcar; las salchichas y toda la luz de aquellos anuncios publicitarios; ellos no quieren nutrirte, quieren nutrirse de ti; de tus debilidades y de tu falta de amor propio, del miedo a estar solo.

No comas lo que esta destinado, a morir antes de llegar a la mesa; come la vida que late aun, el sabor que se mantiene fresco.

Lo demás no es más que un negocio redondo, mala intención, deseo de engordarnos como las vacas; que luego se obligan a entrar al matadero, de este mundo insensato, insensible y enfermo.

Nos es lo que comes únicamente; es como lo comes, y el porque lo comes.

Si tu alma esta en paz, comerás lo necesario; y aunque sea algo inmundo, aquello te sabrá a las glorias divinas, te nutrirá y tu energía destruirá el toxico cáncer, la malsana onda distorsionada.

Porque el comer conciente, de tu verdadero cuerpo y no de tu idea mental, engañosa y lejana a tu realidad; es lo que te da las llaves de una salud plena, de la liberación de este mundo y sus rencores malditos.

Alimentémonos también, del ayuno sagrado entonces, de la esperanza y la fuerza interna, del conocimiento de lo que esta inmanifestado.

Siente la boca y el alimento, como uno solo; aprende en el ayuno inteligente, que es la mente la que pide casi siempre y no el cuerpo; porque tu cuerpo sufre por tus excesos, se marchita en tus desgarros y prontamente enferma y decae.

Comer y ayunar, son procesos mentales, espirituales, del corazón y el amor natural; del saber sincero en el cuerpo, armonizándote con lo que es puro y verdadero en esta materia.

Lo demás, no es más que basura muy rentable; dinero rápido y seguro, a costa de tu salud integral.

Por eso, ayuna con todo tu ser; aprende a saborear el hambre y el vacío en tu estomago; descubre el poder nutritivo, que un cuerpo genera internamente; la ambrosía, el néctar de los dioses, se encuentra por dentro, fluye verdaderamente.

Esto recorre tus venas, tus glándulas, tus líquidos, tu fuerza orgánica al sintetizar y regenerar el mana dorado, que cae del cielo a tu cabeza, desde las múltiples hojas y se derrama internamente.

Por todo tu espacio esencial, la vitalidad que abunda en la creación, en los elementos naturales del universo; esto también te alimenta.

Alimentarte de lo que hablas, de lo que haces, de lo que escuchas y de lo que ves; selecciona bien, deja de comer toda esa mierda impuesta ahora mismo.

Aprende a alimentarte del aire, del sol, del agua y del fuego; de la tierra y tu propio cerebro glandular.

De tu sangre y la medula de tus huesos, de un amor supremo.

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