el perdon inolvidable...


La frustración del perdón inexistente.

Indigno, saberse tan desnutrido de sensibilidad, es por eso que necesito volver a encontrar mi equilibrio y las ganas, de vivir en paz y amor. Este espacio social es muy raro y aun no alcanzo a entender los motivos, de porque este mundo, virtualmente sea una mierda podrida.

Me encantaría vivir en la calma y la seguridad de un estado puro y seguro, rodeado de gente que no discrimine, ni utilice a los demás para lograr sus propios fines; para sacarnos dinero y convertirnos en un número más, en sus estupidas cabezas.

La gente aquí es bastante hipócrita.

Este nacionalismo insano, es una cubierta de cristal que nos ahoga y no permite verse integralmente como somos de verdad; todos rehuyen de los problemas y de la negatividad propia y no se dan cuenta, de que realmente son ellos mismos, los causantes de todo este horror.

El colombiano es muy alienado y se aferra a una existencia inútil;

¿Por que no hace algo por su país?

¿Que esperan que haga?

Se conforman con muy poco y son mediocres frente a la realidad social, se sienten tan seguros en sus nichos de orden, costumbre y necesidad; que no ven lo que ocurre frente a sus propias narices, tienen miedo y lo utilizan también para controlar a los demás. Es un país agotado en sus riquezas, que tiene tanto que se queda siempre, con nada.

La ambición desbordada.

Yo me equivoque al entregarme a los demonios del alcohol; y debo pedir el perdón más profundo, por mis agresiones e irrespetos; por que no me equivoco, al percibir la porquería de gente que a este país hunde y controla. Son mis maneras duras y atolondradas, ciertas barreras de seguridad emocional, miedos, angustia y una intensa desesperanza.

Porque todos están mirando hacia el lado, y siempre desean ser superiores; no me interesa este tipo de dialéctica mental, que no tiene salida.

Es verdad, yo también me siento solo y tengo miedos, de verdad quisiera que tú me ayudaras a vivir mejor; como cuando soñábamos con los árboles, las rosas y los ríos liberados y en paz; como cuando estábamos en una tierra sin guerra.

Pero estamos aquí, es tremendamente difícil y bastante doloroso, tener que aceptar, tolerar y absorber influencias; todas las mañanas la carga de una vida loca.

En materia del arte, desarrollo y libertad de expresión, Colombia es una vergüenza internacional.

¿Como perdonarse todos esos males?

La estructura cotidiana en la vida, aquí mantiene fuertes dosis de violencia y atención. Todos están al acecho, es una selva llena de animales aterrados. Olvidar es bastante fácil, pero perdonar es otra cosa.

Tal vez el olvido aleje el drama y descansa el alma, pero el verdadero problema, es que el drama nunca acaba, casi no hay descanso en la mente.

Entonces; ¿como olvidar lo que ocurre tan fresco en el presente?

¿Como perdonar, lo que se haya aun latente?

No hay tiempo de pensar, de reflexionar lo que hacemos;

¿De por que lo hacemos?

No hay tiempo de imaginar, relajarse y confiar, porque no caemos, nos tumban.

Uno logra estar tranquilo, aislándose, encerrándose, detrás de las rejas y los guardias, queremos seguridad y una vida común y corriente, sin sobresaltos.

Uno se asusta de ser diferente, de caer en desgracia, de olvidarse que esta siendo un tonto.

No se puede ser tonto, no se puede ser dormido, no se puede andar demasiado abstraído, elevado y desprendido.

No en cualquier lado, no en esta ciudad; si no eres un indigente, entonces te queda difícil.

Y hasta a los indigentes, les queda difícil ser felices, ni siquiera la miseria, te asegura liberta y seguridad en este país repletos de fascismos.

Las montañas violentadas, los arroyos ensangrentados, las lagunas resumidas de huesos, humedales con olor a pólvora quemada, glifosfato internacional del TLC, muertes violentas, hambre, explotación de niños, mafias, aniquilación del movimiento sindicalista, todo esto ocurre hasta el día de hoy, aquí en Colombia en el mes de mayo del año 2006.

Asesinatos de políticos, artistas, empresarios, estudiantes, indígenas, mendigos, putas y sicarios, de la gente que es desechable.

La agresión del más vivo, el que por creerse más despierto, lo tumbó el matador de primero.

Un canibalismo síquico, “ola pero violento”.

¿Como perdonar todas estas cosas?

Si darse perdón a uno mismo es difícil, al otro aun mas.

Orgullosos cantando el himno, orgullosos endureciendo el corazón, orgullosos defendiendo nuestra debilidad, nuestras mentiras.

¿Perdonar a quien?

¿Sabemos quienes son los que son culpables?

¿Los hemos visto alguna vez?

La respuesta es si, nos los topamos frecuentemente en la calle, en los autos que pasan, en las tiendas y en los comercios, en las busetas y en los taxis que desbordan las avenidas; en los bares, en las discos, en la olla y la “viejoteca”, en la televisión nacional.

En el centro y en el norte de las ciudades, en el sur y en las afueras.

En casi todo el país, por todo oriente y occidente, también en Miami y otros países.

Allí es donde están los culpables, libres pero encadenados.

Nos los topamos en el espejo por las mañanas, están acostados en la cama al lado nuestro, sirviéndonos la comida, tomando un trago y fumando un cigarro, pagándole o pagándonos algo, tocando su mano, sus caderas, sus pies y sus labios; escuchando esa voz.

En el amigo eterno de la sonrisa falsa, la mujer que nunca se entrega.

En lo morboso, en lo excitante, en lo apasionante de todo esto y en las drogas tan baratas, en la comida y la necesidad de poder comprar algo caro alguna vez, en el andino.

En la feria de las pulgas, el ruedo taurino y la falsa modestia, en los adolescentes pop.

En la nacional, con su moda clon del che Guevara, con sus papas bombas seriadas que robaron de la cocina de mama, tratando de hacer una revolución, matando a un solo policía y de chiripa.

En las protestas de cartón y alambre blando, que pasean por las calles, mas como rumiantes desgastados, que como personas de lucha y convicción.

En la muerte de gaitan, de garzón, de galán, de Pizarro, de doble cero, de los soldaditos de plomo y hambre, de la hermana de Gaviria y su guardaespaldas, al que nadie conocía.

En el m19 y en las FARC, en los paramilitares, en las masacres bananeras, en los rojos y azules.

En Jesús y el divino niño impreso en un papel rectangular, en la virgen de los sicarios, los collares y el reloj de oro, en la sexualidad desbocada, en los travestís, las mujeres atractivas.

En las monedas de caridad callejera, en el bazuco y los hediondos, en las cárceles. En los violadores de niños, en el altruismo económico, en garavito y shakira, tan lejanos cada uno ahora de todos nosotros los demás; ambos personajes públicos, encerrados en distintos tipos de celdas de aislamiento, lejos de la población común, en las barreras auto impuestas.

En la muerte de los tres Victorinos, en la masacre de la unión patriótica, en los torturados, los decapitados, los desmembrados, que hasta el día de hoy existen varios casos. En aquellas tripas que flotaban tan blancas como la nieve, sobre la superficie cristalina del río llanero; con todo el silencio del motor de aquella lancha.

Son nuestros policías, militares, funcionarios, familia y enemigos; un pueblo entero alzado en las armas, en estado de alerta.

Aterrorizado y alienado.

¿Como puede alguien pedir perdón?

¿Entender el perdón, si esto no acaba?

¿A quien perdonarle todo esto?

Colombia, despierta de una buena vez.

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