el consumo me consume...
Facultad de Educación
Pedagogía en Educación Diferencial
Curso: Lenguaje y Estrategias de Aprendizaje
Profesora Ivonne Navarro A.
Estudiante: Carlos Cepeda Acuña
informe de lectura del libro:
"el consumo me consume"
de Tomas Moulian
LOM Ediciones, 1998; Santiago de Chile.
"el consumo me consume"
durante la década del 90
en Chile se vivió una transformación latente de aquellas
expectativas que cimentaron la famosa frase de esperanza y triunfo
del plebiscito de 1988, que con un NO rotundo, renunciaba y repudiaba
la continuación del régimen violento, tiránico y faccionalista del
general Pinochet, el mismo que tanta miseria y sufrimiento trajo a
nuestro país y cuyos efectos, aun se sienten.
por fin se asomaba la
posibilidad de hacer de este lema, "Chile, la alegría ya viene",
una realidad social posible de justicia y reparación de todo el daño
hecho; se ungió como promesa de una reivindicación social cultural,
de todo un pueblo herido en su cuerpo y dignidad, todo un país sometido durante mas de dos décadas a un cruento proceso agresivo y sistemático de sometimiento por medio del terror y la fuerza, hacia
una serie de políticas sociales, culturales y económicas que
redefinirian el curso histórico de nuestra nación.
llego la democracia, pero
lo que mucha gente nunca llego a entender, (y aun hoy dia muchos ni
sospechan), fue como en realidad todas estas políticas que fueron
implantadas a sangre y fuego durante las décadas de los 70 y 80 en
nuestro país por la dictadura militar, que fue erradicando sistemáticamente todo elemento contrario y resistente a este sistema
opresivo e injusto, e implantando estratégicamente las semillas de
las políticas fundamentalistas del capitalismo neo liberal mas extremo
en nuestro país todo esto producto de la intervención anti democrática y abusiva de nuestra constitución y la transformación por ende, de todas las políticas publicas y privadas de Chile en sus
esferas de servicios, recursos y producciones, (humanas como
naturales).
todo en función de
implementar un sistema de "vasallaje" nacional, suerte de
esclavitud a intereses de hegemonías elitistas, tanto extranjeros
como nacionales y oligarcas; dejando al otrora digno y valiente
pueblo chileno, arrodillado ante estas fuerzas del poder del lucro y
el dinero; finalmente todo esto darían sus frutos en la década del 90
y el pueblo siguió esperanzado, "la justicia y la alegría ,
una alegría que se materializo en forma de gozo y consumo,
materialismo extremo y exacerbado por la propaganda y la mercancía
alienando aun mas las conciencias, ahora subyugadas, por medio de
otras cadenas menos evidentes, mas dulces, mas siniestras.
bajo el ensueño
hedonista de un "nuevo" mundo mejor, quedaba desierta la
promesa de justicia social y libertad existencial; cuando se fue
poblado de otros placebos, espejismos, seducciones y otras formas de
escape y "control social"; este era el escenario político, económico social cultural en donde existía el sociólogo y profesor
Tomas Moullian, y que tuvo el merito dar cuenta como vanguardia de análisis social, del efecto integral que todo esto ejercía en el
"nuevo" Chile, y de todo el proceso, el trasfondo que
actuaba en la transformación ideológica e instrumental de nuestro
pueblo, producto de esta implantación de un sistema económico capitalista neo liberal, voraz y absoluto.
la operación del consumo:
todo es consumo en
nuestras sociedades modernas de producción material, esta operación (del consumo), esta ligada indefectiblemente a toda esfera de lo
humano hoy día tanto a nivel material como espiritual; el consumo
funciona como el complemento ideológico e ideal del trabajo o la acción productiva de cualquier cosa; esta operación no puede
reducirse a interpretarla como únicamente un deseo, pues si actuamos
en nuestro análisis viéndolo así, no comprenderíamos las dinámicas integrales e intrínsecas sociales y económicas del consumo. por lo
tanto, la critica inteligente del consumo, deberá surgir de una
critica interna de aquel deseo, el mismo que se entiende como aquello
que agobia, esclaviza o fragmenta al ser humano en tensión.
para comprender como el
consumo se instala en sentido de placer en la era moderna, primero
tendremos que reflexionar como aquella moral cristiana de austeridad,
considero al consumo por mucho tiempo como un recurso, para resolver únicamente las necesidades mas básicas humanas, y fue fundamentando
su filosofía en el valor del auto control y la solidaridad; cimentando
el desasimiento y la critica a lo mundano, el goce en el consumo,
como enemigos de la buena moral y las virtudes idealizadas del hombre
digno y religioso, siempre al servicio de la salvación propia y de
sus hermanos por medio de una actitud constrictiva y ascética ya
weber planteaba esta relación con la manera en que emerge el
capitalismo, por lo tanto la idea de consumir se justificaba
moralmente siempre, en relación a las necesidades y no al goce que es
visto con el despilfarro, un pecado mortal para el cristianismo
antiguo, que indica una relación perversa entre el consumo así entendido, y la conciencia subjetiva del ser humano.
Sin embargo, hoy día el
consumo se ha convertido en goce, realizando una necesidad del
sistema tanto como de los individuos, dogmatizados por este sistema
en donde los objetos adquiridos, sirven para realizar las
posibilidades del yo y así, fácilmente se instalan, como “sentidos
de vida”.
En las sociedades
modernas, se entienden 3 figuras arquetipos de la ética moral; uno
es el asceta que busca en su proyecto de vida, propósitos trascendentales por medio de la negación de si mismo y el mundo, en
la medida en que su ideal se vea comprometido a ello; el héroe es su contra parte social, como figura de superioridad moralizante por sobre
los otros, y que se realiza siempre, en el absoluto de su ideal, por
todo esto es que esta dispuesto a entregar su vida en sacrificio y
exige a los demás también, un máximo rigor moral donde el goce, esta
supeditado al fin trascendental que da sentido a su acción y
discurso; al otro lado se ubica el hedonista, quien solo responde al
llamado de su deseo entendido como ejercicio de placer, y solo se
calma en la consumación del goce, como una compulsión constante y
vertiginosa y voraz. Nunca esta satisfecho pues a convertido al goce,
en mera repetición eterna de su compulsión porque en el fondo, se
encuentra vacío de sentido interno y asi es “ poseído” por el
gusto al objeto que percibe como el medio para encontrar su satisfacción la que nunca llega a colmarlo, se hace un consumista
compulsivo.
El 3 arquetipo se define
como el “estoico”, aquella personalidad bien constituida entre el
placer y la necesidad, se entiende como individuo al mismo tiempo que
como colectividad y busca operar, desde una razón lógica mas que de
una forma alienada, pero las sociedades capitalistas necesitan mas de
consumidores compulsivos, y por esto es que buscan siempre instalar
al consumo, como una necesidad interior vital, como eje del proyecto
existencial, como “sentido mismo de la vida”.
Entendiendo a la posesión como la dinámica que se refiere al control sobre otros seres
animados, logramos visualizar mejor la operación de adquisición que
ocurre en el consumo de objetos y servicios, eje fundamental de
nuestras sociedades modernas; y esta conectado mas con el habitar un
espacio de significados y la búsqueda en si del placer como estatus
como representatividad social de nuestra identidad; y esta ubicado
entonces no en las capas internas del ser humano, sino mas bien, en
la externalidad de nuestro mundo lo que da sentido a ese deseo de
objetos y entretenciones externas, mas que al desarrollo de un mundo
interno.
Se entiende aquí, la relación con los objetos de tres formas; una es la instrumental de
utilidad practica, otra es la relación simbólica, en donde aquellos
representan sentidos de afecto y evocación de estados psicológicos y
una tercera relación la estética en donde las cosas cumplen la mera función de agradar al gusto.
En
todo esto, la tendencia adquisitiva, vendría a ser entonces una
conducta social adquirida y artificial por ende; esta es producto de
la socialización y se convierte en la operación cultural del consumo
por excelencia. Para esto la propaganda y las estrategias de comercialización son sus mejores aliadas e impulsoras; ambas
funcionan para que la idea adquisitiva alcance un estatuto de deseo
implantado en las conciencias y así se transforma la “naturaleza”
de aquello que es visto como deseable en nuestras vidas y la
externalizacion del deseo en nuestras vidas. Todo este “mecanismo
publicitario imperante”, alienta a consumir constantemente y
establece una nueva moral (hedonista) del proceso de consumir, lo
establece como valor, como derecho social y le imprime la función de
entregarnos felicidad, bienestar, confort y entretención entre otras
cosas.
Para
operar magistralmente todo esto, se requiere de la “neutralización”
del sentido de auto control y la “necesidad” de consumir de manera rápida y vertiginosa; proporcionando el máximo goce, el cual esta
representado en la figura del “mall” y el despilfarro como la lógica ideal del capitalismo, actuando en las grandes tiendas y los
sistemas crediticios; para esto el trabajo ha debido ser
resignificado como un momento de “ obligación” disciplinaria para
la producción del dinero, dinero que se ha vuelto un fetiche, dinero
que luego es gastado en estos espacios de consumo idealizado, donde el
ser humano da rienda suelta a su “libertad” por medio del
consumo compensando la pesada carga de existir bajo el martirio
de cumplir horarios, vivir en metrópolis asfixiantes y entregarse a
un trabajo repetitivo y poco estimulante; por lo tanto el consumo también resignifica al trabajo en si mismo, como un proceso
disciplinario en función de generar dinero; el que es visto como el máximo representante del poder, (potencia adquisitiva) en las
sociedades actuales y así el trabajo pierde su sentido de
trascendencia y desarrollo personal y se convierte, se instala en un
sentido del deber necesario para generar la riqueza monetaria, que
sirve para seguir consumiendo mercancías bienes y servicios en la
gran “plaza de mercado” que nos pone a mano, todas las ilusiones
y satisfacciones del consumo. El dinero mantiene en el capitalismo
dos funciones especificas; una es la de generar mas dinero por medio
de la inversión inteligente y calculada y la otra es la de ser
gastado en un presente de la transacción donde solo de el queda, el
vestigio de alguna compra efectuada y el recuerdo del goce alcanzado
por medio de el; por ende el dinero es la expresión máxima que define
a las personas en nuestras formas de vida, siendo ya el dinero una representación simbólica del poder máximo y es por esto, que el
dinero entrega la valoración de nuestra identidad en el edificio
significante de enunciado individualista hedonista de nuestra cultura
del consumo, pues por medio del dinero se puede “ser” y hacer,
por lo tanto este constituye así la identidad social por medio del
tener y el prestigio que se alcanza en torno al logro de su acumulación la autoestima se vincula a su vez, con esta realidad
materialista y así la felicidad se entiende como algo que se puede,
comprar.
La
propaganda de la televisión de las revistas, de la moda y la
publicidad, nos muestra a estos super humanos, con poder adquisitivo
ilimitado, como preciosos, perfectos, sublimes, completos
representantes justamente, a imagen y semejanza del logro económico
del triunfo social por medio de un poder monetario, poder que les
permite a su vez; cumplir todos sus deseos, gustos y anhelos que
puedan imaginar y obtener del mercado. Así el hombre común se
identifica con ellos y desea “ser” estas imágenes nace la
opulencia, el exhibicionismo y el arribismo, intentando acceder a
estos “estadios” existenciales, vistos como lo máximo de la evolución y el progreso posible en la cadena de estratificación de
nuestras sociedades, así también el consumo, establece una forma de
“construir” y validar nuestra identidad social frente al mundo
que nos rodea.
Se
entiende a la economía capitalista como el sistema obsesionado con la máxima ganancia y no por una lógica de la necesidad, y e su matriz cultural, impone la tendencia individualista-hedonista, lo que es claramente en nuestras sociedades latinoamericanas; una herencia
obligada de los regímenes dictatoriales y otras formas de imponer el
sistema neo liberal por todo esto es que la dinámica capitalista
requiere y refuerza constantemente la desigualdad social por medio de
estos mecanismos de imagen y representación del estatus y la
“diferencia”, se destruye la idea de la solidaridad y la gente
entiende a la pobreza, como el castigo justo a las personas que no
han sabido aprovechar las maravillosas oportunidades que nuestro
sistema, visto como perfecto, les ha podido entregar; sin embargo
para esto es que existe el sistema de créditos El sistema de crédito es una estructura que facilita el consumo en las situaciones donde
los consumidores, no tienen mayor poder adquisitivo constante y
sonante; luego de un estudio y vigilancia del individuo, estas
instituciones del crédito permite el “ingreso” del ser, a sus
clubes del consumo, entregando un poder inmediato en cuanto a gasto y
consumo e incitando lógicamente al vicio; esto favorece
evidentemente aun mas, la masificación del consumo para los sectores
medios y medios bajos; opera como un mecanismo de integración al
valor consumista, como participación social mas presente y de hecho,
que desplaza a la acción política participativa del ciudadano en su
realidad social; teniendo como beneficio la posibilidad de acceder a
insumos y mercancías que de otro modo serian muy difíciles de
adquirir para esa masa limitada a un corto poder económico, pero
entregando así mismo también una seria problemática y perdida, del interés practico y conciencia social y política de vinculación colectiva y a una “esclavitud” económica moderna al pago y
respuesta económica de aquellos compromisos legales ya adquiridos por
medio del sistema de crédito llega este a incluso efectuar acciones
judiciales punitivas y otros castigos “moralizantes”, a los
deudores morosos en la estigmatizacion social, y de aquellos que
definitivamente se convierten en insolventes y por lo tanto, son
rechazados a nivel social, cayendo en la marginalidad, lo que les lleva
en muchos casos, a la tentación de la delincuencias y las acciones
corruptas buscando a toda costa, obtener aquel poder, solvencia,
dinero que necesitan para “existir” hacerse valer en nuestras
sociedades.
Sabiendo
que se necesita una constante expansión y estimulo del consumo como acción mercantil generalizada, se establece una relación de uso, rotación y reposición de las mercancías justificadas por medio del
desgaste, el gusto y la innovación; el desgaste implica el hecho lógico de que toda cosa que se usa, tiene un ciclo de vida y esto
corresponde a dos formas de “ obsolescencia” o termino de sus
funciones, uno es el desgaste absoluto en donde la función practica,
(valor de uso) que cumplía el objeto, ya no puede seguir cumpliéndose y otra es; la del desgaste relativo, cuando el objeto si bien aun
puede cumplir la función lógica de la necesidad que cubre, pierde su
valor estético de gusto o tecnológico y es, superado por otro modelo
mas “bello” o innovador que el anterior, se olvidan por la nueva
moda que se impone como preferencia y “necesidad”; en ambos
casos, el consumo es multiplicado y expandido pero ambos incentivos
de cambio, del gusto o la innovación, son realmente un desgaste
relativo y no absoluto del objeto o servicio en si mismo, y esto
estimula aun mas, el despilfarro la pobreza. En donde el ser pobre,
equivale hoy día a pertenecer a una casta totalmente despreciada por
el grueso de la sociedad; el pobre mantiene una doble condena ya que
debe asumir su condición precaria y marginal y ademas, soportar vivir
en medio de la opulencia desvergonzada de aquellos que si pueden,
participar del rito del consumo.
La
mala distribución de la riqueza y el desarrollo económico vertiginoso, genera aun mas tensión social producto de las dictaduras
que hicieron posible este escenario globalizado del neo liberalismo hedonista y narciso; esto a generado a su vez, una mayor desintegración del tejido social y la disolución solidaria de los vínculos sociales de nuestros pueblos, permite una proliferación alarmante de la violencia en forma de agresión y delincuencia de todo
tipo, por medios de la “ suspensión” de aquellos controles morales
que regulaban las conductas publicas y privadas, (crisis de valores),
en donde ya no hay utopías o ideales que creer, y es solo el efecto
del consumo y la pulsión del poder del dinero, como estimulo para la
vida misma en la exacerbación de una lógica enajenada e
individualista, en donde el “ sálvese quien pueda y como pueda” es
la única ley tacita y funcional para obtener dinero, el nuevo dios e ídolo contemporáneo por excelencia, en estos sistemas de consumo y estatus. En donde solo es el interés propio la exigencia de responder
con nuestras conductas, sin importa, lo que el otro implique o se
afecte, se neutraliza la idea del otro como participe de nuestro
bienestar.
Volviendo
al fenómeno de la cosificación del trabajo, de su perdida de sentido
estructural como evolución y desarrollo humano, hacia el convertirse en una mera acción instrumental de generar riqueza vista como dinero
para gastar; el trabajo se transforma en un acto mecánico ya
augurado en la primera mitad del siglo 20, producto del sistema de producción en cadena y el maquinismo; estableciendo así al trabajador
como una pieza mas de la fabrica, atrapado en una dinámica mecánica,
repetitiva y rutinaria; pero esto ha cambiado desde entonces, y estas
acciones simples se han ido complejizando cada vez mas, puesto que
ahora el trabajo exige, mayor interacción grupal, y un desarrollo de
habilidades tecnificadas de liderazgo y gestión cada día mas
crecientes, de capacidades de criterio y decisiones frente a las
nuevas tecnologías y metodologías de trabajo y acción laboral. Haciéndose necesario también capturar y comprender la inteligencia
del trabajador, como un recurso humanos al servicio de esta
maquinaria de consumo y producción por esto es que se a tecnificado
y atomizado cada vez mas en especializadas, las labores del trabajo
en nuestras sociedades capitalistas.
Sin
embargo esto operan en favor de una desvalorización del trabajo en
si, cada vez mas creciente, debido a que la labor productiva se
mantiene al servicio del incremento del capital, sometiendo el
paradigma de lo instrumental siempre en favor de la producción de
riqueza monetaria y no así como se indica por la superficie, al
desarrollo de una intención de valor ajeno a lo económico el trabajo
sigue esclavizado a la producción de mayor ganancia, vista esta aun,
como lucro económico y esto; produce una flexibilización terrible de
los mercados laborales, dejando siempre la amenaza de la perdida del
trabajo por medio de la imposibilidad de responder al ritmo y
exigencia del capital como demanda y crecimiento por sobre la esfera
humana, también se relaciona así con el impulso de ofertas laborales
de corte temporal y precario, sin mayores garantías de ninguna protección legal laboral y así mismo, una desnutrición del poder
sindical en nuestras sociedades, como algo endémico.
Y
parafraseando a Moulian en su texto; cuando se refiere a Karl Marx: que
indica que es la libre circulación de las mercancías como fuerza que
realiza la libertad formal del trabajador, también a su vez, es lo
que concreta su sometimiento real al mejor postor.
Los
trabajadores se hayan atomizados por todo esto hoy día sometidos a
disciplinas tensionantes y omnipotentes de la voluntad de poder del patrón o sus jefes en la exigencia, viviendo el yugo de la privación
de un panorama restrictivo y ascético que lo oprime en una existencia
laboral, generando angustia y temor, de un terreno social cultural y económico demasiado incierto y competitivo y así es como, ya estando
todas las piezas estratégicamente expuestas en el tablero, es que
aparece como “salvador” del ser humano, el poder del dinero, el
valor del consumo, del crédito y toda su construcción hedonista de
“placer sagrado”, como la única salida a esta migraña
existencial, cerrando el cepo que nos atrapa en forma de promesa de
bienestar, progreso y libertad.
Pero
para el autor, lo que debería criticarse es el consumo como sentido
hedonista del síndrome individualista extremo, el cual el percibe
como la verdadera senda hacia la esclavitud cuando se convierte en si
mismo en el deseo; en el fin de su “hacer”, en el sentido mismo
de su existencia, narcisismo alienante en sustitución del “eros”,
construyendo toda “ objeto-filia” e idolatría moderna al dinero
como entidad, en donde esta dinámica realmente influye negativamente
en las relaciones sociales con establecemos con otros seres vivos,
cosificandolos a ellos, (y a nosotros mismos también ; apoderándose del interior del individuo, destituyendo todos sus valores y así
“vender el alma al consumo”. Cuando la vida se centra únicamente en el dinero como poder absoluto y entonces, ya estamos consumidos
totalmente por el consumo.
Se
pierde el sentido practico y ontológico del ser publico, se abstrae
uno en el narcisismo que superficializa todo y a todos, quitándonos la sensación de trascendencia, vaciando la unidad misma de estar
presentes, de existir, de ser personas y así es como el
neoliberalismo; despolitiza el mundo humano y actúa, como dominación suprema.
Se
entiende entonces, a modo de conclusión que el consumo se afirma no
solamente como un derecho de resolver necesidades sino también gustos, como gozo y entretención, lo que es visto por el autor como
algo positivo, ajeno a la lógica ascética extrema y mas cercana a una predilección por la imagen del arquetipo estoico; indicando que en
realidad el punto neurálgico es el problema de quien determina lo que
es necesario en nuestras vidas, dándole al consumo así, la connotación de acto de ejercicio de poder, constituido en base a una cierta ética que intenta lograr la realización del hombre; pero, ¿que seria
entonces la realización de hombre a su vez?, me pregunto yo a modo
personal; siendo que según el autor el individuo es autónomo en relación a su poder adquisitivo el cual se refleja, en la dinámica y
el sentido de su consumo efectuado, gracias el dinero que este posee;
como ejercicio de libertad o voluntad de poder, e indica el autor que también entiende a la masificación del crédito como algo positivo en
cuanto a la posibilidad de “ participación” de los medios o
estratos populares mas “bajos” de nuestra sociedad en esta lógica errante del consumo; ¿pero efectivamente eso seria una representación de su progreso integral?, me pregunto yo.
Ahora
bien, el autor cierra con la determinación de que la instalación del
consumo como sentido en si mismo, como eje del proyecto existencial,
que implica una perdida intrínseca de otros fines, como sentidos que
impulsen nuestra acción humana, es definitivamente algo negativo, lo
que es claramente algo sensato de entender, en cuanto a que cualquier enajenación absolutista enceguece y encierra las posibilidades de
vivir la vida de una manera mas libre y creativa, en donde la
inmanencia trascendental es vista como el otro lado del juego, lo que
a mi ver puede ser algo igual de asfixiante y alienante que la híper materialización del sentido de la existencia; ni física ni metafísica entregan a mi ver, una visión total de la existencia humana, son mas
bien complementariedades y aun me atrevería a decir que son en si
mismas, las dualidades todo aquello que encierra la posibilidad de
nuevos enunciados, maneras, paradigmas de existencia y por todo esto,
siento que es justamente que el neo liberalismo se haya “encerrado”
en si mismo como sistema hermenéutico de esa manera tan enajenada y
porfiada.
El
autor también indica una secularización del proyecto existencial
humano, pero a su vez manifiesta una estrategia de seducción para
hacer llegar a la masa humana, ese interés de cambio, ¿no sera esto
usar entonces la misma estrategia que la propaganda utiliza para
convencer a los consumidores y así seguir viéndolos como ”objetivos”
de nuestros planes?, como eje final se entiende el consumo narciso y
no estoico; como todo aquello que destruye y erosiona a las
relaciones publicas y a fin de cuentas, la subsistencia de la
sociedad.
Producto
de la representación destructiva y banal del hedonismo irresponsable
a nivel colectivo del mundo y ante todo esto; se adscribe como
remedio y posibilidad de cambio y transformación social, cultural, el
desarrollo de un significado trascendente del valor y el proyecto de
nuestras vidas, por medio de la secularización del sentido de la
trascendencia humana, como cultura progresista, dejando el autor,
esta propuesta inconclusa, como inquietud dispuesta a ser pensada o
imaginada por todos nosotros, los “consumidores” de objetos,
sentidos, sueños, valores y conocimientos.
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