no love lost, amor narciso...
desde la altura de un edificio cae el cuerpo, se precipita en sus ansias de amor, la frescura del silencio se corta en sigilos de acero afilado, quirurjico y desinfectado, la acera lo espera y ella mira el cuerpo caer, porque abajo su amada lo atiende, se lanza al deseo, la baba le engurrio la traquea, se calienta con el golpe, y ella come sus huesos, le rasga la piel y abastece su boca de sangre, carne, grasa y olor...
se adora al punto de acabarse en la tierra, como un puesto ardiente en el desierto, de guerra y violencia, metralla y cuchillo, la carne lo arrastra, su cuerpo le corta el vacío de la espiritual resistencia, de narcisos que se aman, se honran en su asco, la boca vomite y el cuerpo reviente al impacto...
la mano traslucida le toca el pelo apegostado del rojo, sus labios carmín se encienden otra vez, ella se excita ante el cadáver y lo abraza, se enreda en las caderas torcidas, y hunde su vulva en la tiesa bandera de cartílago, ya llega al orgasmo y la lengua rodea la otra lengua que sale, descuelga un absurdo por entre los dientes rotos, quebrados a la deformidad del golpe de 15 pisos...
su bastarda descendencia la convierte en reina del holocausto y cordero en altares, de muerte y sacrificio, su aroma a sintaxis de algo que no agrada, ella es hermosa, y sus senos redondos en turgencia precisa, se engranan con la mugre del caído, alas quebradas y un montón de orín y excremento eyectado, en sus dedos lo ama, lo engruda, lo juega...
llegan los paramedicos tratando de sacarla del festín, ella es la fiera y muerde la mano que intenta alejarla, grita, escupe y agrede, patea el cráneo y desnuda se muerde los labios hasta cortarlos, de ira y maldita vergüenza desnuda, no importa quien vea, los paramedicos la contemplan con deseo escondido, ella es tan bella, vuelve a retorcerse y exprime el hígado expuesto en la caja toraxica abierta del joven prendado en la agonía...
un policía enardecido,se acerca y le apunta, le grita y le apunta, que se aleje, que se controle, ella lo incita con sus manos sobre su vagina, se restriega el cerumen, la sangre en sus labios, en sus pechos erectos, en su vagina otra vez...
la muerte esta fresca en sus ojos opacos, desea mas del amorío funerario y camina hacia el uniformado jadeando en su caderas erotizantes que se mecen, el agente idiotizado se enajena, aprieta el arma, endurece el dedo en el gatillo al mismo tiempo que siente una erección súbita e incontrolable, fuerte y abultada en su bragueta, y ella aun mas cerca del hombre verde se lanza al acecho, rapida con su pelo largo y caído entre el fino cuello blanco y con trozos de carne pegada, lo toma entre sus manos, agarra su cara, le acaricia y le abre la boca con su lengua mojada, y lame todo su rostro, abraza su lengua entre sus dientes, y la muerde, la arranca del policia, el hombre horrorizado siente el dolor y le dispara en su pecho desnudo, volando un seno de cuajo, salta lejos, rebota en la piedra...
queda el pobre en sanguinolencia y dolor, arrodillado y llorando humillado, con su insignia y camisa verde chorreadas de sangre que le brota de la boca, balbucea y escupe...
ella siente el olor de la pólvora en su cuerpo, ve el daño y el cálido aliento del dragón rojo como sale del hueco, su dulce cuerpo erótico rebota en el suelo, se desploma y entrecierra los parpados, rueda las órbitas oculares en disimilé pulsación, golpeando su cabeza en la acera, y se arrastra de espaldas, temblando, sonriendo, se agarra al tobillo del amante aplastado en el pavimento y rueda sobre si misma, gira de una manera pesada, en casi imposible proeza o hazaña se sube encima del muerto, siguen tiritandole los nervios, su boca femenina vuelve una vez mas a buscar los labios de su amante suicida, se comen la estela delirante de vida que escapa ya sin ninguna esperanza y se hacen los dos mórbidos un solo cuerpo espectáculo, saturados en la infatigable vanidad del horror...
la gente presencia muda, aplauden, se emocionan, unos lloran otros ríen, muchos toman fotos, otros sonríen, luego todos se olvidan de lo acontecido en camino al hogar y así, por fin los paramedicos pueden traer las camillas, las palas, las bolsas negras y empiezan a limpiar y ordenar todo lo que usted no quisiera ver de esta escena...
se adora al punto de acabarse en la tierra, como un puesto ardiente en el desierto, de guerra y violencia, metralla y cuchillo, la carne lo arrastra, su cuerpo le corta el vacío de la espiritual resistencia, de narcisos que se aman, se honran en su asco, la boca vomite y el cuerpo reviente al impacto...
la mano traslucida le toca el pelo apegostado del rojo, sus labios carmín se encienden otra vez, ella se excita ante el cadáver y lo abraza, se enreda en las caderas torcidas, y hunde su vulva en la tiesa bandera de cartílago, ya llega al orgasmo y la lengua rodea la otra lengua que sale, descuelga un absurdo por entre los dientes rotos, quebrados a la deformidad del golpe de 15 pisos...
su bastarda descendencia la convierte en reina del holocausto y cordero en altares, de muerte y sacrificio, su aroma a sintaxis de algo que no agrada, ella es hermosa, y sus senos redondos en turgencia precisa, se engranan con la mugre del caído, alas quebradas y un montón de orín y excremento eyectado, en sus dedos lo ama, lo engruda, lo juega...
llegan los paramedicos tratando de sacarla del festín, ella es la fiera y muerde la mano que intenta alejarla, grita, escupe y agrede, patea el cráneo y desnuda se muerde los labios hasta cortarlos, de ira y maldita vergüenza desnuda, no importa quien vea, los paramedicos la contemplan con deseo escondido, ella es tan bella, vuelve a retorcerse y exprime el hígado expuesto en la caja toraxica abierta del joven prendado en la agonía...
un policía enardecido,se acerca y le apunta, le grita y le apunta, que se aleje, que se controle, ella lo incita con sus manos sobre su vagina, se restriega el cerumen, la sangre en sus labios, en sus pechos erectos, en su vagina otra vez...
la muerte esta fresca en sus ojos opacos, desea mas del amorío funerario y camina hacia el uniformado jadeando en su caderas erotizantes que se mecen, el agente idiotizado se enajena, aprieta el arma, endurece el dedo en el gatillo al mismo tiempo que siente una erección súbita e incontrolable, fuerte y abultada en su bragueta, y ella aun mas cerca del hombre verde se lanza al acecho, rapida con su pelo largo y caído entre el fino cuello blanco y con trozos de carne pegada, lo toma entre sus manos, agarra su cara, le acaricia y le abre la boca con su lengua mojada, y lame todo su rostro, abraza su lengua entre sus dientes, y la muerde, la arranca del policia, el hombre horrorizado siente el dolor y le dispara en su pecho desnudo, volando un seno de cuajo, salta lejos, rebota en la piedra...
queda el pobre en sanguinolencia y dolor, arrodillado y llorando humillado, con su insignia y camisa verde chorreadas de sangre que le brota de la boca, balbucea y escupe...
ella siente el olor de la pólvora en su cuerpo, ve el daño y el cálido aliento del dragón rojo como sale del hueco, su dulce cuerpo erótico rebota en el suelo, se desploma y entrecierra los parpados, rueda las órbitas oculares en disimilé pulsación, golpeando su cabeza en la acera, y se arrastra de espaldas, temblando, sonriendo, se agarra al tobillo del amante aplastado en el pavimento y rueda sobre si misma, gira de una manera pesada, en casi imposible proeza o hazaña se sube encima del muerto, siguen tiritandole los nervios, su boca femenina vuelve una vez mas a buscar los labios de su amante suicida, se comen la estela delirante de vida que escapa ya sin ninguna esperanza y se hacen los dos mórbidos un solo cuerpo espectáculo, saturados en la infatigable vanidad del horror...
la gente presencia muda, aplauden, se emocionan, unos lloran otros ríen, muchos toman fotos, otros sonríen, luego todos se olvidan de lo acontecido en camino al hogar y así, por fin los paramedicos pueden traer las camillas, las palas, las bolsas negras y empiezan a limpiar y ordenar todo lo que usted no quisiera ver de esta escena...
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