La originalidad del "axis mundi", como principio de control formal...


Quien construye y constituye un eje, siempre crea un orden a partir de esa referencia, define un limite de equilibrio, estructura en las fronteras de la forma y adecua lo reconocido como integrante de un todo concreto; transforma lo informe y desconocido, lo tamiza, domina, lo nombra y crea en la medida de sus propias consecuencias; lo determina en la intención constituyente y en su deseo le acota; persiste enraizado en si mismo ya que esta es la necesidad de administrar las potencias por medio de un sistema, son fuerzas explotadas en poderes reales y establecidos, bajo un control constante del sentido y de su indicado valor de existencia en la referencia al centro;

Se hace artilugio al remolino y augurio de actividad absorbente sacramental y organizada, forja bajo el poder magnético de un control, hecho evento inaugural divino y jurídico al mismo tiempo, un acto absoluto de la realidad como una bobina que gira y se nutre de todo aquello que deriva e intenta escapar desde su inercia y hacia fuera del punto central de su existencia; se extraña de todo lo que viaja hacia las aguas abismales del secreto oscuro, mas allá del limite, hacia el horror de lo imposible y caótico, lo que no existe y no tiene origen bajo el conteo del tiempo...

Aquella es la serpiente cubierta en la sangre de un sacrificio, cortada bajo la punta de lanza que le inmola en servicio de una edificación social, cultural, política y económica internada en la raigambre original de toda identidad que se establece un reino, un pueblo, una identidad de nación, legión, estado, ciudad, cultura y cultivo de un dogma, ritual, costumbre o religión e instituciones políticas, pedagógicas y legislativas, como fuerzas representantes de todo ese orden cósmico que opera en su explicación sagrada e imperante;

Se sirve de algo que gravita en torno a ese eje indicado como un centro, principio y final de toda entidad, de todo relato, de toda cosa y cuerpo "creado" en su espacio conquistado, arrebatado en poder del nombre y traído desde el océano absoluto; de lo que yace en silencio y es irreductible, de todo lo que no existe porque se resiste en las fronteras, umbrales del limite en nuestra propia experiencia y entendimiento en consenso...

Mas no es real en su absoluto, ni absoluto en su verdad, pervierte lo honesto en ello porque no es mas que una abstracción de algo que se indica como estable, detrás mantiene su interés, su intento maestro y bien sabe, que no es completo, que no es comprensible y subsiste en el conflicto de un movimiento dinámico que siempre depende de su entorno e influencia...

"Don Toroblanco"

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