Autorretrato escrito...


Recuerdo cuando todo comenzó en el sur del mundo, allá donde no era sur sino el verdadero eje de un centro, un centro que tenia madera en la piel, y agua en la vida...

Recuerdo que me harte de enclaustrarme por la lluvia, y decidí cletear como un loco bajo la tormenta, hasta el orgasmo llegue de lanzarme directo al río, y amando a amparo inmediatamente, supe que las verdades con corazón, son las que se ofrecen bajo el entorno de un silencio, era todo tan tranquilo...

Florecía donde los arboles y las enredaderas me hacían despertar feliz, me alejaban de una cuidad que tanto idealice antaño, por la misma falta de existencia, de entenderme en su origen...

Yo era de Chile pero no la veía cerca, a esa tierra extraña que siempre hablada a lo lejos, y por la simple razón de hacerlo, quería identificarla como el futuro esplendoroso, la caída luego vino intensa, dura y maravillosa, sublime estrepitosa, la gente desconfiaba de todo y todos, triste venganza...

Lejos del medio capital, llegando a ese dulce pueblito encontré, todo lo que ni sabia el yo que andábase buscando, me encontré a mi mismo lleno de Amor y Alegría, de pureza, tranquilidad y energía, de amor por la naturaleza y la fiesta honesta, y por el mismo hecho de no tener cadenas ni complejos, ni horario en los compromisos...

Supe que alcanzar la cima, ya era cosa de atreverse a despojarse de tanto entuerto, que había que atreverse a hundir la lengua en la ultratumba, pero de una sonrisa eterna universal, que ya nada de eso era un tema, pues la sonrisa en los sonidos claros, salia linda y solita, me libraba del dolor para siempre auto impuesto...

Y viaje, viaje, viaje, sin moverme ni tantito, por las bodegas de chicha, por las calles nobles y el corral, siempre al fondo de un acantilado en oro puro, mas no ese oro que hoy día, se obliga a exhibir como basura que siempre falta y sobra, ya que el mar profundo consentía, supe bien cual era y fuera el sentido mayor de un simple contento, algo hermoso, alguien amable y supremo, de andar sin mascara en los Destinos del portento...
Y cruzando el puente en la isla, siempre nos caía la teja, ya era todo un baile divino, yo insistía a veces con locura añeja, la inquietante costumbre de hacerle el quite a estar de algún modo siempre de acuerdo, no lo estábamos ya esta, pero el baile y la fiesta seguían muy contentos, y en la plaza haciendo el loco con los amigos raros, asustábamos a los pobres inocentes, nada les pasaba a ellos ni a nosotros, no era cosa de hacer daño, solo hacer reír y encontrar salida a la tontería de andar pensándose grises y aburridos las victimas del circo...

Ello era automático, nos encontrábamos con las chicas bonitas, lindas si eran pero no solo de cuerpo, y una mas que otra cosita hacíamos, jugando al poeta y la poetisa...

Los paseos noche y día, del antiguo cine que ya no esta hoy día, vivíamos con sus gradas blancas y el segundo piso sellado, subiendo igual nos pasábamos y avanzábamos por la escalera, doce monos decía el cartel, el guardia noble armado, nunca andaba de malo ni odioso...

La plaza y las maquinitas, los amigos en las cabañas y las juergas eternas, con curanto y substancia hasta amanecer, luego sorpresas y puras vueltas raras que nos volaban y hacían cruzar la arena, con leños pesados cargando en los hombros, hasta el final de la playa, donde el Espíritu del Sol sonreía y te decía...

Shhhhhh...

Un cristo desnudo es lo que somos, pero desnudo sin taparrabos ni tapujos, sin evangelios, las novias bailando y los pajaritos lindos cantando, sembrando el árbol y la poderosa...

Aun queda mucho en las tierras de olvido, despiertas ya esas por siempre en donde no hace falta ser quien ni parecer que, solo usted despierta y transita, viaja en la brisa, come en los prados y encuentra sonidos que se hace hasta el momento eternos...


"Memoria infinita"

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