Algo sobre el "sentido" de la vida -



Interesante es la lógica inductiva de ciertos autores, que establecen la supuesta salida al conflicto del "sentido del vivir", decayendo finalmente en la fatalidad demasiado complaciente de una absoluta "expoliación subjetiva", dentro del mismo sentido pasivo del "sentido activo de la vida"...

Esta lógica de pensamiento sigue enclaustrado en la panacea aparente de la dualidad, siempre contradictoria y conflictiva entre lo interno y lo externo, como las únicas posibilidades para determinar la solución del problema de nuestra angustia o enajenación de una falta de sentido para reconocer y abordar la misma experiencia vital... 

Esta extrapolación del valor puro del "sentido de la vida", en la apuesta de entender la vida por "la vida per se", decae muy rápido en la actitud acomodada y pusilánime de creer que un sentido "verdadero" del vivir humano, sea algo así como netamente una imagen fundada en medio de una tautología, que no llega a cuajar de forma completa con la concepción y dinámica de la existencia humana en, y desde y hacia la naturaleza... 

Los reduccionismos placidos, no nos entregan una plenitud del sentido proyectado como algo "natural"; esta es una errónea concepción del mismo fenómeno y sustrato activo de la naturaleza como fuerzas de existencia y realidades... 

Creo que en las tensiones fundamentales de las crisis expuestas, por los problemas de la "falta de sentido", o mejor dicho, de la enajenación social, como abducción en la vorágine de los deseos y aversiones que plagan y degeneran nuestras motivaciones sociales, en las llamadas obsesiones y angustias creadas por las "necesidades sustitutivas", frente a las reales necesidades esenciales y fundamentales de una cierta inteligencia en su armonía de los estímulos y las pulsiones, tanto en la actividad "agresiva" como "contemplativa"; los horrores del "sin sentido" proliferan, se alimentan y actúan... 

Estos derivan más bien de aquellos dos condicionamientos, bastante recurrentes, limitados y masificados en las sociedades, que nos pretenden hacer resumir nuestras razones del vivir; o hacia un mero acostumbramiento muy superficial para entender los objetivos, las metas y las significaciones del valor en nuestras acciones, como una dialéctica ensimismada y sesgada entre el hábito de hacer las cosas por la posibilidad de un logro de solo "premio y castigo"... 

Esta falacia del falso dilema, pretende hacer reducir toda la existencia humana y de la naturaleza en la filosofía a base de dos nociones, cerradas del posible impulso en las motivaciones, del mismo acontecer y el sentido que hacemos consciente como ideas de este “estar vivos” y "satisfechos", ya que funcionan en los procesos de acometer y asumir las metas, tareas y los objetivos de nuestras vidas, tal como si fueran estas una simple compulsión de intereses creados, para "ser válidos y reconocidos" en la sociedad como entidad viva... 

Ahora bien, si en lo aparente de la "solución" segunda de un vivir la vida como un “per se”, como el propuesto sentido genuino del reconocer "la vida por la vida per se" y que ese sería esto, "el ultimo sentido"; en ese axioma se incurre también de una tremenda perdida de la consciencia inherente de una entidad, que ya se sabe y reconoce a si misma como un poder “de estar viva", como actividad y realidad de ser realmente integrado entre lo que “se es” y lo que se puede ser, a partir de nuestra realidad del pensamiento, el sentimiento y la materialidad, que implican nuestras "propias" reflexiones, decisiones y acciones, forjadas como el mismo acto de un poder ya encarnado y contingente e histórico, de lo que nos hacer ser y hacer como un sentido en constante adaptación... 

El sentido en sí mismo de la vida, es la integridad de tales funciones que son variables y recurrentes, bajo un todo espontaneo, organizado, armonizado y amalgamado entre lo que sentimos, pensamos y hacemos, sin tener que abstraernos forzosamente en uno solo de los tres ámbitos declarados, y mucho menos; en una obligación de la falacia del falso dilema entre un tener que aceptar que "el sentido de la vida", sea solo “la vida per se”, (esto es un olvido de la ramificación más allá del concepto asignado de lo que se pretende hacer ver, como “lo que es la vida”), o en todo lo que yo decido como necesidades sin siquiera profundizar y entenderme como individuo en las motivaciones y funciones reales, de todo lo que ya soy como un carácter de personalidad y expresiones, como algo integrado en un sistema social y su inmediato ecosistema; en la fluidez del fenómeno del tiempo y el espacio y sus territorios "proyectados" en lo que le hace un valor de reconocer algún “sentido de vida”... 

Nosotros podemos salir del "manierismo psicológico" y “new age”, del proceso de ser y hacer sentido existencial, en la madurez e inteligencia efectiva y genuina, como una aceptación tan formal como metafísica del mismo acto de un "ser mi individuo", de poder trascender la primera ecuación conflictiva, que es la de tener que establecer nuestros procesos del sentido, las metas y objetivos; pero solo de acuerdo a una motivación de antemano sesgada en la condición dual del deseo y/o la aversión, y del miedo y las ganas como energías psíquicas siempre alteradas, como las únicas y absolutas fuerzas de impulso y claridad de nuestras "propias" acciones... 

Acciones, que a partir de esquemas de un poder asumido como "algo ajeno", nos dan la sensación de angustia, impotencia y frustraciones constantes, mismas tensiones que obligan y confunden nuestro criterio de percepción de lo que es un poder de hacer "verdadero" al sentido de la vida, como lo que ya somos, nosotros más allá de la mera instalación y reducción de un estado vegetativo "del estar vivos", sin decaer en la indulgencia del conformismo existencial como si eso fuera la solución, del mismo encontrarle un “sentido a la vida”... 

El dejar fluir la realidad, no es solamente un comprender la enajenación existencial del sentido, al ver los estímulos como causas actitudinales, o como meros fenómenos de influencias siempre agobiantes, banales y exteriorizadas en "una meta”, y “un objetivo" que se vuelve una condena, dentro de un mundo que te crea como el mismo "amo y esclavo" de tu propia vida, al tiempo que se desentiende la exigencia que te hace como circunstancia y características de los entornos, (tanto internos como externos del sujeto entidad individuo) 

Esta reducción es puramente artificial y plagada de un fatalismo e idealismo, que si bien, nos puede aclarar cómo es que se mueven las masas "inorgánicas"; no responde ni corresponde a la exigencia inherente de un notable y genial carácter forjado en su individuo... 

La contemplación de la vida "per se", no es el sentido mismo de la vida, no es la vida por la vida la respuesta efectiva, ya que esta reducción de la tautología existencial de la vida por la aceptación de la vida, no es más que otra abstracción mental de pretensión categórica y absoluta, donde se niega al sujeto técnico y racional que trabaja y respira, cuando se complica de reconocer y entender sus propias materias, emociones y circunstancias específicas, tanto físicas como espirituales, viviendo dentro de un "aparataje" cognitivo y hermenéutico, coherente a sus necesidades y expectativas genuinas, pero que haciéndose fuera de la confusión del "sin sentido", en la tautología de la vida per se cómo el real sentido de su existencia; no es más que una compulsión horrorosa de su propia incapacidad y terror para encarnar sentido en su realidad tan biológica como histórica... 

Así es como el "sentido de la vida", se convierte en una falta absoluta de vitalidad, de ánimo y sentido, porque lo que en realidad le está pasando al sujeto "ahí", es que siente y presiente que se reconoce a sí mismo como un inútil, un medio enajenado del deseo y la aversión de otros poderes que lo superan, dentro del proceso de intereses que forjan y desarrollan los destinos tanto económicos y culturales de su entorno civilizado, entonces; puede llegar a pensar que escapar desde una abstracción de ese estatus imperante, hacia una abstracción filosófica de la vida “per se”, esto ya es lograr el supremo y definitivo sentido de “su propia" vida... 

Lo es también, la importancia de revisar y reconocer la contradicción que expresa una imagen ideada de lo que es la vida, de una vida que en sí misma, es declarada como el sumo propósito y sentido de nuestra presencia y actividad "en la vida", encerrándose en la idea misma de la vida como otra abstracción total del sentido... 

Ambas posturas, son demasiado obliterantes y alienantes respecto a nuestra condición de entidad individuada, puesto que quien siguen excluyendo al fenómeno del presente de nuestra constitución especial, como seres mucho más complejos, profundos y elaborados, que a partir de nuestra propia historia y de nuestras particularidades formadas pero siempre dinámicas; esto es lo que se conformara en el sentido mismo de estar vivos, porque incluso deja de necesitar ya elaborarle una justificación del sentido de la vida, como algo "final" o "absoluto"... 

Vivir trascendiendo la idea de la "vida por la vida", descubre en nosotros el poder real del ahora, tanto como seres racionales, físicos y emocionales, viviendo en un estado constante y exigente de la necesidad y los desafíos, tan civiles como ecológicos en los procesos y las interrelaciones que conforman, no uno sino un millar de sentidos... 

No todos los sujetos abordan, comprenden, conducen o realizaran de la misma manera el proceso del sentido de estar vivos, (aunque si en muchísimos casos, solo existen como un numero indiferenciado en las masas sociales, o en narcisismo al maquillaje de la importancia del poder ser como un sentido), y por lo que el plantear la vida misma como el objetivo ontológico y esencial del sujeto, puesto y diferenciado ya en la misma experiencia de un ser complejo y "personal", arrojado igual que el vacío de sentido porque se ha quedado en la enajenación del "objetivo" como la zanahoria adelante del burro en la carreta, en las ilusiones y en las necesidades sustitutivas constantes; esto seguirá siendo una vía de escape mediocre y la pobre enajenación de nuestra originalidad posible y mediada... 

Plantearnos la vida por la vida como el sentido, es igual de paupérrimo y facilista que asumir una obediencia ciega a expectativas de vida en nosotros, siempre ajenas... 

No es la vida misma el sentido de nuestras "vidas" entonces, sino la importancia y la sabiduría de asumirse como una entidad de equilibrios y ajustes constantes, que son los que nos conforman respecto al "verdadero" sentido de "nuestras" vidas, sin escapar, ni en la abstracción del mundo social que impone sus propios motivos (económicos y culturales), por fuerza mayor dentro del binomio infantilizado del "premio y/o castigo"; o en la coerción y persuasión cínica que se hace ver a partir de un poder externo que se disfraza de expectativas personales, que se cuela hasta lo más profundo de nuestra medula de la emoción y la voluntad de acciones, donde el matar al dios es lo mismo entonces que el matar la naturaleza, porque toda abstracción del poder siempre enajenado en lo que “no somos”; es una vía para perder el sentido de nuestras propias vidas… 

Por todo ello, en la operación mental de una observación de la vida como el universo reducido del significado a la tautología de una naturaleza "per se", como la vida que se expone idealmente "pura" y "pacificada" de todo influjo mortal, que vive de algo que también ya es "completa" y absoluta abstracción del sentido y el significado de nuestras vidas, es simplemente escapar de una capsula de la decepción civilizada a otra capsula de la utopía “naturalizada” de lo que vendría a ser, “la vida”... 

"Míster Capisce" 

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