Electromagnética, (As the ultimate Entity) – “O del ponle color a la cosa”
Sea el Sol, algo entendido como inmanente e "invisible" en su origen, de algo dispuesto y latente en lo real que no es blanco ni negro, rojo o amarillo en la forma iridiscente que emerge, ya que cualquier “color” es sensación, (recordando que blanco y negro no son “colores”, son “sublimación/saturación” del conjunto espectral cromático) así existe todavía una identidad dada en la impresión, como el fenómeno de la reflexión y el sentimiento en los contrastes de nuestra “propia” experiencia…
Esto es porque lo que se nombra en lo que se perciben, ya existe cuando se reconoce y luego se indica de la realidad en lo que la representa y nos permite hacer caer en cuenta, de lo que “sea eso”, tal como lo que nos permite “ser” de nuestras conciencias, y al entender su apariencia y determinar un orden lógico, especial y heurístico de la emoción que ha ordenado a la identidad dada como "concreta"…
Esto ocurre igual que a partir de cualquier otra “cosa” imaginada como un “eso es esto”, pero solo es lo que nos da la oportunidad de reconocer una frecuencia específica, y adaptar (nos) en la experiencia del reconocimiento electromagnético, como sensación de los sentidos en nuestros conceptos y viceversa, (tomando en cuenta que la “cosa” aristotélica, se refiere a entidades vivas e inertes, y no solo a “objetos”) se hace en lo que “aparecen” al percibirlas porque se influyen desde las ideas de ellas “creadas”, por propiedad o atributo indicados…
Digamos que “eso” que yo entiendo, es lo que se remite y luego actúa como fundamento de la identidad nombrada en lo que nos permite establecer, la relación de acuerdo a las propiedades descritas de toda emergencia, y esto es posible solo porque se avalúa como algo derivado de las características de lo que hemos nombrado como atributo, pero es lo que se organiza, con la experiencia misma de percibir y entender las cosas como algo dado en sus propiedades “descritas”, y esta no esta no es la respuesta de su "verdadero" origen, por ende; el Sol como “verdadera” causa de la experiencia, no es blanco ni negro, ni rojo o amarillo en fundamento…
¿Qué es lo que usted observa realmente en las “cosas”?, ¿y cuántas realidades son así entendidas en nuestras vidas?, ¿solo como lo que "te permites" de entender por correspondencias?
Nos caemos claramente al confundir la palabra de los hechos y viceversa, tal como el Sol se hace imagen al “confundirlo” con la experiencia de pensar que se puede entender su verdad, mediante el color y la forma de la entidad, como algo dado y resuelto…
Vivimos de las realidades que se establecen como las características que luego denominamos, bajo un signo de orden en el nombre que hemos dado para las sensaciones que nos son posibles de "observar" activamente mediante aquellas “cosas”, y de lo que a partir de ciertos umbrales las “producen”, entonces las pensamos como “logradas” por su emergencia en la parafernalia cognitiva y cognoscente del cuerpo que hace ser de la pantalla mental de lo que la observa, (o en lo que le haya dado sentido "concreto", al alma y el espíritu que anida en su reconocimiento)
Esta es la determinación de una conciencia que se hace acorde, pero siempre al gusto y desarrollo en el derecho de comprender la "notabilidad" de los oficiantes, y ha esto le han llamado a entender la “verdadera” experiencia de apercibir las realidades de todas las “cosas”…
Pero todas estas son denominaciones consecuentes, forjas derivadas de un “simple” ángulo establecido en juego que se indica como el vórtice de lo infinito, en las maquinaciones de los místicos científicos, y que para los materialistas pos-modernos, es solo ese algo que se “interpreta”, como característica del sentido dado en lo subjetivo y en el nombre a su razón de ser como parte de un mundo, en base a un solo aparato de identificación pragmática, siempre obcecado en lo político de todo lo que acontece y se hace un significante, y esto no es "la cosa"…
Naturalmente, se instaura la posibilidad de un ser aquí, “desde ahí” en este acto de ser y hacerse por comparación bajo la perspectiva que augura mediante un orden, (armónico o disarmónico en la ecuación de la sinfonía que parte desde cualquier tipo de eje orgánico y sensible, llamado variedad o esencia), y hablamos de ello, solo para el ejercicio de comprender cuales son los ángulos que dominan la experiencia de la “creación” de todas las manifestaciones llamadas como "sensibles", adaptándolas a una “más profunda” intención de comprender con gozo la actividad fenomenológica en la realidad que se hace, como algo percibido y concreto, pero que antes de interpretarla ya existe incluso, pues ya es convertida en la capacidad de establecer cualidades y características por la relación de una percepción que alcanzamos nosotros, como testigos por quien se declara “aparte” de aquello que observa para entenderla como una “cosa” que si es "aparte", todavía se encontrara independiente del sujeto que la reconoce…
Lo que vemos del Sol, (así como de todas las "cosas") casi siempre son las consideraciones innatas por las cuales hemos podido lograr concebir "algo", y es lo que es dado como lo entendido en la interpretación de la mera experiencia, cuando establecemos lo que sería un “observar” y “apercibir” como todas las cosas que somos y que nos re-ordenan cuando nos rodean e influyen, de esta forma en lo “invisible” permanece el origen de la experiencia, que es la posibilidad de “ver” lo que serían o no todas las “cosas como soles y lunas, y todos los “actos reflejos”, de una existencia de denominaciones oníricas que se han "inaugurado" como coherencias lógicas concretas…
Pero esta no es una apología “platónica”, ya que no consiste en declarar la proyección metafísica de la realidad como algo “aparte” y dado como algo "fijo" en su esquema de arquetipos, esto es solo como un “detrás de la apariencia” de lo que sea este "descrito", y ya que nombramos a las “verdaderas” cosas como si fueran "ideas"; también confundimos la forma en su esencia, aun cuando se supone que derivan de algo que “si es la cosa", pero no es lo que nutre a su identidad real, pues no es declaración lineal de una correspondencia fija, por esto es que ambas posturas, la material y la metafísica, a mi ver; se equivocan en comprender el origen real de "umbral", en todas las “cosas”...
¿Cuántas impresiones de lo real son dadas como "conversas" en nuestras vidas?, (y vuelvo al debate de la apariencia que no se desliga de lo concreto), ¿viviendo generalmente en la sensación de una percepción que solo es lo que nombra algo por la propiedad que es lo que nos permite racionalizar y entenderla?, ¿así sea el rizoma o el devenir, o cualquier "otra" cosa?
Los colores son, todo lo que de nosotros emerge en ellos, y en lo que se amalgama de ciertas frecuencias específicas traducidas bajo el “formato cromático”, mediante la fuerza “electromagnética”, como todo lo perceptible que se hace al lograr llegar concordar una identidad fija en las frecuencias que te afectan, y esto sirve, claro esta; para ordenar lo que llamamos la “conciencia” al reconocerlas...
¿Pero de qué cosa realmente nos damos cuenta con eso?, (cuando importa mucho más comprender sin sentido); ¿por qué lo veo o entiendo así?, ¿en el qué es lo que veo y entiendo?, (en lo que se reconoce por la abstracción de cualquier "relato" que te hace ser consciente)
Las “cosas” son, dadas por capa y “superficies” que las constituyen y las reflejan “al mismo tiempo”, como la entidad que se manifiesta de un orden que se hace espacio, (y que por variabilidad ontológica se entienden bajo el sentido del tiempo), y es la misma actividad lumínica de un fenómeno eléctrico del fundamento y la reflexión magnética, por todo lo que usted percibe como alteridad en las fases y en los contrastes que estas causan; esto es lo que fluye e influye del “Lux” en la rasgadura de las tinieblas profundas, ¿pero que es “Lux” también, “realmente”?
Cursamos la normalidad de lo innombrable, como la doctrina de la realidad, ya que a tantos como en esquemas fascina y desespera, y es porque lo hacemos tal como si fuera una sola “cosa” esta respuesta de la realidad tangible e indiscutible, (mas todo es discutible en la paradoja de las mil y una lenguas de influencia) cuando del reconocimiento como un “poder nombrar” se trata, muchos se pierden en los brillos de todas estas cosas, entonces viene la oscuridad que nos despiertan como la vuelta al “noble” origen, de una “vuelta” que no se corresponde a un formato del transcurrir hacia “atrás” ni “adelante”, ni en lo que se ha llamado como el acontecer del “tiempo”…
Ello no es más que un montón de chispas florecientes, y un momento estable en la confusión del orden cuando se altera en la conciencia, y da la posibilidad de reconocer la misma experiencia, porque la "entiende", porque se hace desde un “sentir algo”, y de que hay otras cosas aquí en el formato de la ilusión coordinada en la misma experiencia, muy fuera de un juicio moral del nivel de resistencia al hecho de ser y hacer la identidad desde la conciencia, cuando el conflicto se “resuelve”; la flor gira y "desaparece"…
2
Vibra electromagnética en la cualidad de cualquier tipo de plasma que forma estas "capas", como ondulación física que al captar la intensidad se altera en el plazo de una resonancia, y entonces; es cuando reflejan algo que "ya es esto”, y es su reconocimiento, solo por lo que se asume cuando algo se percibe como una realidad "concreta”, (aun cuando es dada bajo emoción “subjetiva”), ya que ocurre “desde” y “en” todas las cosas que se relacionan, imposibilitándola de separarse de la misma experiencia del reconocimiento...
Le invito a meditar sobre todo “esto”, ya que es un ejercicio de vital importancia y nos permite, reconocer la manera especial de hacer sentido al reconocerlas bajo el formato de nuestra propia existencia, y lo es para no quedarnos en la mera apariencia, o en la vanidad de un relato material/metafísico extrapolado en la experiencia que se agota en su apariencia...
El color de una manzana, sigue siendo un parámetro de la percepción que anida en sus ojos, por lo tanto; logramos "saber" que esta es verde, o roja, en la convención de un ojo que se percibe a si mismo y procesa la reflexión como un “lenguaje” externo, dichos de un estado de su propio umbral de existencia, mediante la información lograda por la capacidad de resonancia en lo que "ya tiene y es", pero que también sucede gracias a la capacidad eidética y heurística de una idea mental que ordena todo aquello como la misma conciencia de la sensación, “orgánica”, que “luego” deriva en razón y nos "resuena" en los conceptos, y en lo que se ejecuta como el juicio de la realidad, “al mismo tiempo”, generando la coherencia…
Todos son parámetros de un orden en la tarea vital de “absorber” y “emitir” la energía, como un conocimiento, que ocurre desde un beneficio del “Corpus” que anida en tal o cual "forma" que la reconoce, y en lo que declaramos después como lo que “ya es así", porque así es como le percibimos de las propiedades que son reveladas de aquellas “cosas”, y esto es lo que en realidad se acostumbran de hacer ver como la “distancia” entre lo observado y su experiencia, creando la sensación de "haber vivido y visto"…
3
La identificación es lo esencial que hace ser desde el enfoque que nos reflejan como un “algo más”, "primero" en los ojos, (o en cualquier otro “aparato” y sistema de la percepción sensible) y entonces; esto es lo que se entiende por lo que acontece en la visión de un grado aparte en nuestra mente, y es lo que se define como algo “distinto” porque lo "distingo" de la misma experiencia, ya que por eso es que se puede observar, mas no es su origen...
Así ello sigue siendo un misterio, porque lo que en realidad observamos, es solo un orden dispuesto que ha hecho un umbral que "concibe" a nuestra conciencia, luego a "inmediato" dado como el color y la imagen de la estructura en las formas, y todo esto es la “maduración” de una tensión magnética, entonces si es cierto que la realidad "florece"…
Y así se alimentan, de imágenes e ideas “literalmente”, de estados y experiencias que son tensiones de onda en la energía que les "conforma", decorándolos en la variabilidad de “voltajes” que existen como denominación de interés, en la capacidad (u obligación), de todos los sistemas mentales gnoseológicos nerviosos, pero esto no da licencia a indicar que lo que “existe” allá afuera, ya solo sea algo que deriva de nuestro propio cuerpo y “su” posibilidad de hacer ver la mente, ya que habría que adecuarse a una reflexión del sentido que hace ser a esta diferencia, y al mismo tiempo; aprehender del estado del reconocimiento que alcanzamos en la vanidad de entender, y que es lo que nos permite percibir y definir algo, como lo que ya está hecho, de lo que ya esta “siendo en nosotros”...
Su identificación se a extendido al dominio de un: ¿cómo y por qué yo lo entiendo?, y es desde ese algo que existe en lo que se procesa de la información que contienen, mediante el “entendimiento” como la organización dinámica que se formula en la experiencia del reconocimiento en todas las “cosas”…
Puesto en palabras y estructuras, aquello se haya dado en lo que indicamos pronto como la realidad de una experiencia, y esto es lo que se “explica” luego, para confirmar la misma experiencia, ¿y por que buscamos confirmarla?, esto no es más que una verdad de asunción “lógica”, pues ni en el hecho de que la manzana pueda ser verde, que ya existe solo para quien la define como un fundamento de la modalidad específica al recordarla en lo "inmediato", o desde lo "inmediato", y esto no es la “cosa” que le permite acontecer, pues tampoco está “allá afuera”...
¿Qué es lo que entendemos entonces, cuando establecemos coordenadas del juicio?, ¿cuándo reconocemos a una idea en la imagen de la normalidad de este umbral que ha precipitado a la realidad en todas las “cosas”?, ¿como una entidad posible de ser "dispuesta" en los ojos?
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Ahí se augura lo intencional de nuestra identidad, que imponemos por determinación mental en las frecuencias, al comprender el por qué un color, (que ya es “dador” de cierta frecuencia específica), solo es lo que nace de lo que uno “se da cuenta”, y es más bien; solo un medio por el cual la frecuencia nos influye para darnos cuenta, de todo lo que es cuando se convierte en modalidad específica para reconocerla en la experiencia...
En ese “ahí” se indica lo que deriva luego de algo que no es ya el “color”, sino la declaración del color en las formas y eventos, incluso psicológicos, (de las formas e ideas que conciben la existencia) y esto es lo que le permite al color devenir al ser en la mente que nombra porque “lo reconoce” y "siente", como la potencialidad fija de un parámetro que se coordina de una manera infinita, en la "materia" del ser y “aparecer” por la experiencia mediada de quien lo reconoce, entonces; se proyecta y compone una realidad en su aparato mental cognitivo y conceptual, que hace ser de todo ello un orden temporal medianamente perdurable en la experiencia...
¿Por qué se indica un "reflexionar" como un concepto filosófico en las cosas?, puede ser porque al definir la capacidad de hacer rayo con la inteligencia de un poder resuelto, se establece una función de la “reflexión” como la referencia del saber qué es lo que se muestra en lo que "es", y está presente, y si para ello recordamos que una cosa es la información "contenida", y otra muy distinta es la conciencia o el aprendizaje del conocimiento que organiza la información en diagramas de un orden dinámico, esto es solo porque se involucran tanto como en el reconocimiento mismo de la experiencia, la expectativa de comprender el orden en la dimensión ya especifica; esta es la sabiduría de la “vía electromagnética” en lo que es la única justicia; ¿y que es la única justicia?; pues simplemente alcanzar su equilibrio de armonía en todas las “cosas”, la justicia hace el orden, y no a la inversa…
Por tanto; lo genuino de la realidad (o por lo menos), lo “distinto” al mero nombrar e identificar las cosas, por propiedad o enigmas de imágenes que se diluyen en la memoria tarde o temprano, es la capacidad electromagnética que tenemos de ser nosotros, como un voltaje para adecuarnos a ello en la misma experiencia del reconocimiento que se hace, por medio de este “cuerpo completo” que canaliza la experiencia, y no es que sea algo dado como lo que se reconoce "allá afuera", o de "acá adentro", ya que es lo que se hace posible llegando a un cierto nivel donde ya no existen parámetros de ni arriba ni abajo, porque en realidad; la dualidad se pliega en sus contrastes, y desaparece sin quebrantar el noble estado de la incertidumbre en el poder que ha logrado llegar a ser un orden…
Esto nos lleva a indicar que no solo el “Sol” que “hace ser” al sol visible, es algo "invisible" por concordancia, si no que todo lo que usted "ve” y nosotros “vemos", en realidad lo es como una apariencia, y que sigue siendo algo "invisible" desde lo que se informa, y es por ello; que se puede legar a sentir/percibir, (tal como un Diamante trasparente capta la energía luminosa en su "propio" reflejo, o de la caja negra de una cámara que captura la imagen)
Blanco y negro en los secretos profundos, le hacen ser de esta percepción que se viste de apariencias, pero es siempre en función de lo que ya somos, y en lo que en nosotros estamos se “crea” por la necesidad de comprender y resolver su interés natural o asistido y condicionado en los mundos, (que por resonancia), cristalizan de una “degradación” iónica y tónica que nos permite hacer “despertar” desde ese algo que se apercibe en las cualidades, para comprender lo que informa…
Realidad, tanto “ideal” como “tangible” en los flujos que la sostienen, y en los estados y en las superficies que se adecuan como la experiencia del reconocimiento en la misma entidad que integran, por estos datos como fundamentos de un juicio en lo que nombra y concreta, por todo lo que comprende y vive como la “materia” (o el “espíritu”) que los diferencia, tal como en los planos sesgados de un limite y en los “dioses”, y en las leyes, de todos los poderes que en todos los estados de la “res”/cuerpo, se han dado a partir del “miasma vestigial” de una "tremenda" entidad electromagnética…
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Lo que ves, es la reflexión que captas luego como un color o explicación de las propiedades nada más, pero muchos se conforman con esta “miseria” operativa de la “traducción”, a partir de ese origen (porque sirve a la mecánica de su obligación cardinal, o en las necesidades dialécticas), como el acto de un vivir tomando todo lo que es real, por el color y las formas sensibles que esta danza les proporciona como el escape, hacia la terrible abstracción constante de un conflicto de absolutos en donde todos se niegan y afirman, por lo que se hacen de ser como la influencia de un medio o en la herramienta, que encarnan clausurando un mundo en la obsesión de llegar a la cima de un arriba, por todo lo que haya abajo aterrado o seducido de lo que ya estaba "aquí mismo", que también es; otro modo del "lenguaje" en el gozo, pero que al secuenciar las mutaciones como verdades que son variedad de la tensión magnética, podemos lograr entender lo que se haya dado como lo hecho posible de la relación para captar las “cosas”, que así observan, y se imbuyen del significado del mismo que la observa, para comprenderlas, sin quedarnos en la paradoja de un relativismo ontológico…
Por esto he dicho que no es dado a la manera de lo platónico universal, la idea de una supuesta “verdad” en las cosas, o en el divagar del gnosticismo arquetípico, que ha derivado también de aquella postura “eidética”, ni por lo que ya se ha escindido de la absoluta experiencia en estas “dos partes” (y aun menos en los paupérrimos teatros de los pos-modernos), como un mundo de arriba y de abajo, como un cielo e infierno, y de toda la dualidad que distrae y polariza al torpe de inteligencia (esto indica la certeza del poder de umbral que ya somos, sin la necesidad de confirmar las sospechas), de un estado de apariencia irreconciliable en nosotros, ya que se ha quedado enclaustrado en la imagen de una diferencia como la meta de la experiencia, confundiendo el trabajo con la herramienta...
Vivir cuando es la integridad del sistema la diferencia que los denota, en todo lo que permite ser y hacer de una influencia en cualquier doctrina de la realidad, y del mundo y sus cosas, y que lo es; para solo controlar la experiencia, cuando no un camino errado y forzado, si es que los pasos de intención son “desgraciados” en su identidad fragmentada, cuando ya formulan la vía que creen como lo posible de la diversidad integrada en solo la ética y la estética, entonces se aparecen los fantasmas que distraen de la apariencia en las "cosas"…
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Se han de entender todas como “falsas”, las promesas del material dado tanto como en el espíritu o de la carne en esto, porque no hay declaración culmine de una realidad maestra, en todo sistema de códigos que funciona y se augura y actúa bajo un formato de la inteligencia, como un limite de la experiencia, y por lo que se descubre y nos permite un "trasponer" la interpretación por la identidad de una intención, mas bien, de lo que se pretende cuando "se representa", y en lo que se espera al yuxtaponer la idealidad de una verdad (o el arquetipo “fijo”), en la realidad denominada como luego en lo que hacemos y nos convencemos que ser, y que son; todas las “cosas", no somos ni lo que hacemos ni lo que decimos que hacemos...
Esto es debido a que así es solo como actúa la influencia que discrimina para comprender, pero también, para querer lograr controlar las cosas, y aquí hay nuevamente un forzamiento, ya que si usted solo “aprehende” la emoción, o la razón de esta experiencia, y se encierra en la inmanencia o la trascendencia, ya no lo hace porque está solo arriba o abajo, ni afuera o adentro, y así es como la máxima de eternidad e infinito se entienden, se analizan y realizan, sin comprender la necesidad de abstraerse de la “realidad pura” en el momento que se haya dado como presente…
Solo un “traslucir” que sustenta lo que se entiende, como el “traducir” algo para darle fundamento a la "originalidad" de cualquier experiencia, ya que es la operativa de hacer algo como un “ser posible” (pero no por ello es lo que “es posible”), solo como provecho o necesidad del gozo discriminado en la existencia, y en la realidad que impera en los conceptos “creados” bajo intención del nombrarles, como lo que "ya es la cosa”, pero que en realidad sirve para comprenderse a sí mismo, y como actividad económica capaz de expresar y hacer ver, la realidad de una consecuencia innata en la naturaleza, cuando entendemos algo como “encarnado” en la frecuencia especifica a lo que unifica toda inmanencia y trascendencia en nosotros, y en todas las “cosas”...
Vivimos de las realidades que se establecen como las características que luego denominamos, bajo un signo de orden en el nombre que hemos dado para las sensaciones que nos son posibles de "observar" activamente mediante aquellas “cosas”, y de lo que a partir de ciertos umbrales las “producen”, entonces las pensamos como “logradas” por su emergencia en la parafernalia cognitiva y cognoscente del cuerpo que hace ser de la pantalla mental de lo que la observa, (o en lo que le haya dado sentido "concreto", al alma y el espíritu que anida en su reconocimiento)
Esta es la determinación de una conciencia que se hace acorde, pero siempre al gusto y desarrollo en el derecho de comprender la "notabilidad" de los oficiantes, y ha esto le han llamado a entender la “verdadera” experiencia de apercibir las realidades de todas las “cosas”…
Pero todas estas son denominaciones consecuentes, forjas derivadas de un “simple” ángulo establecido en juego que se indica como el vórtice de lo infinito, en las maquinaciones de los místicos científicos, y que para los materialistas pos-modernos, es solo ese algo que se “interpreta”, como característica del sentido dado en lo subjetivo y en el nombre a su razón de ser como parte de un mundo, en base a un solo aparato de identificación pragmática, siempre obcecado en lo político de todo lo que acontece y se hace un significante, y esto no es "la cosa"…
Naturalmente, se instaura la posibilidad de un ser aquí, “desde ahí” en este acto de ser y hacerse por comparación bajo la perspectiva que augura mediante un orden, (armónico o disarmónico en la ecuación de la sinfonía que parte desde cualquier tipo de eje orgánico y sensible, llamado variedad o esencia), y hablamos de ello, solo para el ejercicio de comprender cuales son los ángulos que dominan la experiencia de la “creación” de todas las manifestaciones llamadas como "sensibles", adaptándolas a una “más profunda” intención de comprender con gozo la actividad fenomenológica en la realidad que se hace, como algo percibido y concreto, pero que antes de interpretarla ya existe incluso, pues ya es convertida en la capacidad de establecer cualidades y características por la relación de una percepción que alcanzamos nosotros, como testigos por quien se declara “aparte” de aquello que observa para entenderla como una “cosa” que si es "aparte", todavía se encontrara independiente del sujeto que la reconoce…
Lo que vemos del Sol, (así como de todas las "cosas") casi siempre son las consideraciones innatas por las cuales hemos podido lograr concebir "algo", y es lo que es dado como lo entendido en la interpretación de la mera experiencia, cuando establecemos lo que sería un “observar” y “apercibir” como todas las cosas que somos y que nos re-ordenan cuando nos rodean e influyen, de esta forma en lo “invisible” permanece el origen de la experiencia, que es la posibilidad de “ver” lo que serían o no todas las “cosas como soles y lunas, y todos los “actos reflejos”, de una existencia de denominaciones oníricas que se han "inaugurado" como coherencias lógicas concretas…
Pero esta no es una apología “platónica”, ya que no consiste en declarar la proyección metafísica de la realidad como algo “aparte” y dado como algo "fijo" en su esquema de arquetipos, esto es solo como un “detrás de la apariencia” de lo que sea este "descrito", y ya que nombramos a las “verdaderas” cosas como si fueran "ideas"; también confundimos la forma en su esencia, aun cuando se supone que derivan de algo que “si es la cosa", pero no es lo que nutre a su identidad real, pues no es declaración lineal de una correspondencia fija, por esto es que ambas posturas, la material y la metafísica, a mi ver; se equivocan en comprender el origen real de "umbral", en todas las “cosas”...
¿Cuántas impresiones de lo real son dadas como "conversas" en nuestras vidas?, (y vuelvo al debate de la apariencia que no se desliga de lo concreto), ¿viviendo generalmente en la sensación de una percepción que solo es lo que nombra algo por la propiedad que es lo que nos permite racionalizar y entenderla?, ¿así sea el rizoma o el devenir, o cualquier "otra" cosa?
Los colores son, todo lo que de nosotros emerge en ellos, y en lo que se amalgama de ciertas frecuencias específicas traducidas bajo el “formato cromático”, mediante la fuerza “electromagnética”, como todo lo perceptible que se hace al lograr llegar concordar una identidad fija en las frecuencias que te afectan, y esto sirve, claro esta; para ordenar lo que llamamos la “conciencia” al reconocerlas...
¿Pero de qué cosa realmente nos damos cuenta con eso?, (cuando importa mucho más comprender sin sentido); ¿por qué lo veo o entiendo así?, ¿en el qué es lo que veo y entiendo?, (en lo que se reconoce por la abstracción de cualquier "relato" que te hace ser consciente)
Las “cosas” son, dadas por capa y “superficies” que las constituyen y las reflejan “al mismo tiempo”, como la entidad que se manifiesta de un orden que se hace espacio, (y que por variabilidad ontológica se entienden bajo el sentido del tiempo), y es la misma actividad lumínica de un fenómeno eléctrico del fundamento y la reflexión magnética, por todo lo que usted percibe como alteridad en las fases y en los contrastes que estas causan; esto es lo que fluye e influye del “Lux” en la rasgadura de las tinieblas profundas, ¿pero que es “Lux” también, “realmente”?
Cursamos la normalidad de lo innombrable, como la doctrina de la realidad, ya que a tantos como en esquemas fascina y desespera, y es porque lo hacemos tal como si fuera una sola “cosa” esta respuesta de la realidad tangible e indiscutible, (mas todo es discutible en la paradoja de las mil y una lenguas de influencia) cuando del reconocimiento como un “poder nombrar” se trata, muchos se pierden en los brillos de todas estas cosas, entonces viene la oscuridad que nos despiertan como la vuelta al “noble” origen, de una “vuelta” que no se corresponde a un formato del transcurrir hacia “atrás” ni “adelante”, ni en lo que se ha llamado como el acontecer del “tiempo”…
Ello no es más que un montón de chispas florecientes, y un momento estable en la confusión del orden cuando se altera en la conciencia, y da la posibilidad de reconocer la misma experiencia, porque la "entiende", porque se hace desde un “sentir algo”, y de que hay otras cosas aquí en el formato de la ilusión coordinada en la misma experiencia, muy fuera de un juicio moral del nivel de resistencia al hecho de ser y hacer la identidad desde la conciencia, cuando el conflicto se “resuelve”; la flor gira y "desaparece"…
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Vibra electromagnética en la cualidad de cualquier tipo de plasma que forma estas "capas", como ondulación física que al captar la intensidad se altera en el plazo de una resonancia, y entonces; es cuando reflejan algo que "ya es esto”, y es su reconocimiento, solo por lo que se asume cuando algo se percibe como una realidad "concreta”, (aun cuando es dada bajo emoción “subjetiva”), ya que ocurre “desde” y “en” todas las cosas que se relacionan, imposibilitándola de separarse de la misma experiencia del reconocimiento...
Le invito a meditar sobre todo “esto”, ya que es un ejercicio de vital importancia y nos permite, reconocer la manera especial de hacer sentido al reconocerlas bajo el formato de nuestra propia existencia, y lo es para no quedarnos en la mera apariencia, o en la vanidad de un relato material/metafísico extrapolado en la experiencia que se agota en su apariencia...
El color de una manzana, sigue siendo un parámetro de la percepción que anida en sus ojos, por lo tanto; logramos "saber" que esta es verde, o roja, en la convención de un ojo que se percibe a si mismo y procesa la reflexión como un “lenguaje” externo, dichos de un estado de su propio umbral de existencia, mediante la información lograda por la capacidad de resonancia en lo que "ya tiene y es", pero que también sucede gracias a la capacidad eidética y heurística de una idea mental que ordena todo aquello como la misma conciencia de la sensación, “orgánica”, que “luego” deriva en razón y nos "resuena" en los conceptos, y en lo que se ejecuta como el juicio de la realidad, “al mismo tiempo”, generando la coherencia…
Todos son parámetros de un orden en la tarea vital de “absorber” y “emitir” la energía, como un conocimiento, que ocurre desde un beneficio del “Corpus” que anida en tal o cual "forma" que la reconoce, y en lo que declaramos después como lo que “ya es así", porque así es como le percibimos de las propiedades que son reveladas de aquellas “cosas”, y esto es lo que en realidad se acostumbran de hacer ver como la “distancia” entre lo observado y su experiencia, creando la sensación de "haber vivido y visto"…
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La identificación es lo esencial que hace ser desde el enfoque que nos reflejan como un “algo más”, "primero" en los ojos, (o en cualquier otro “aparato” y sistema de la percepción sensible) y entonces; esto es lo que se entiende por lo que acontece en la visión de un grado aparte en nuestra mente, y es lo que se define como algo “distinto” porque lo "distingo" de la misma experiencia, ya que por eso es que se puede observar, mas no es su origen...
Así ello sigue siendo un misterio, porque lo que en realidad observamos, es solo un orden dispuesto que ha hecho un umbral que "concibe" a nuestra conciencia, luego a "inmediato" dado como el color y la imagen de la estructura en las formas, y todo esto es la “maduración” de una tensión magnética, entonces si es cierto que la realidad "florece"…
Y así se alimentan, de imágenes e ideas “literalmente”, de estados y experiencias que son tensiones de onda en la energía que les "conforma", decorándolos en la variabilidad de “voltajes” que existen como denominación de interés, en la capacidad (u obligación), de todos los sistemas mentales gnoseológicos nerviosos, pero esto no da licencia a indicar que lo que “existe” allá afuera, ya solo sea algo que deriva de nuestro propio cuerpo y “su” posibilidad de hacer ver la mente, ya que habría que adecuarse a una reflexión del sentido que hace ser a esta diferencia, y al mismo tiempo; aprehender del estado del reconocimiento que alcanzamos en la vanidad de entender, y que es lo que nos permite percibir y definir algo, como lo que ya está hecho, de lo que ya esta “siendo en nosotros”...
Su identificación se a extendido al dominio de un: ¿cómo y por qué yo lo entiendo?, y es desde ese algo que existe en lo que se procesa de la información que contienen, mediante el “entendimiento” como la organización dinámica que se formula en la experiencia del reconocimiento en todas las “cosas”…
Puesto en palabras y estructuras, aquello se haya dado en lo que indicamos pronto como la realidad de una experiencia, y esto es lo que se “explica” luego, para confirmar la misma experiencia, ¿y por que buscamos confirmarla?, esto no es más que una verdad de asunción “lógica”, pues ni en el hecho de que la manzana pueda ser verde, que ya existe solo para quien la define como un fundamento de la modalidad específica al recordarla en lo "inmediato", o desde lo "inmediato", y esto no es la “cosa” que le permite acontecer, pues tampoco está “allá afuera”...
¿Qué es lo que entendemos entonces, cuando establecemos coordenadas del juicio?, ¿cuándo reconocemos a una idea en la imagen de la normalidad de este umbral que ha precipitado a la realidad en todas las “cosas”?, ¿como una entidad posible de ser "dispuesta" en los ojos?
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Ahí se augura lo intencional de nuestra identidad, que imponemos por determinación mental en las frecuencias, al comprender el por qué un color, (que ya es “dador” de cierta frecuencia específica), solo es lo que nace de lo que uno “se da cuenta”, y es más bien; solo un medio por el cual la frecuencia nos influye para darnos cuenta, de todo lo que es cuando se convierte en modalidad específica para reconocerla en la experiencia...
En ese “ahí” se indica lo que deriva luego de algo que no es ya el “color”, sino la declaración del color en las formas y eventos, incluso psicológicos, (de las formas e ideas que conciben la existencia) y esto es lo que le permite al color devenir al ser en la mente que nombra porque “lo reconoce” y "siente", como la potencialidad fija de un parámetro que se coordina de una manera infinita, en la "materia" del ser y “aparecer” por la experiencia mediada de quien lo reconoce, entonces; se proyecta y compone una realidad en su aparato mental cognitivo y conceptual, que hace ser de todo ello un orden temporal medianamente perdurable en la experiencia...
¿Por qué se indica un "reflexionar" como un concepto filosófico en las cosas?, puede ser porque al definir la capacidad de hacer rayo con la inteligencia de un poder resuelto, se establece una función de la “reflexión” como la referencia del saber qué es lo que se muestra en lo que "es", y está presente, y si para ello recordamos que una cosa es la información "contenida", y otra muy distinta es la conciencia o el aprendizaje del conocimiento que organiza la información en diagramas de un orden dinámico, esto es solo porque se involucran tanto como en el reconocimiento mismo de la experiencia, la expectativa de comprender el orden en la dimensión ya especifica; esta es la sabiduría de la “vía electromagnética” en lo que es la única justicia; ¿y que es la única justicia?; pues simplemente alcanzar su equilibrio de armonía en todas las “cosas”, la justicia hace el orden, y no a la inversa…
Por tanto; lo genuino de la realidad (o por lo menos), lo “distinto” al mero nombrar e identificar las cosas, por propiedad o enigmas de imágenes que se diluyen en la memoria tarde o temprano, es la capacidad electromagnética que tenemos de ser nosotros, como un voltaje para adecuarnos a ello en la misma experiencia del reconocimiento que se hace, por medio de este “cuerpo completo” que canaliza la experiencia, y no es que sea algo dado como lo que se reconoce "allá afuera", o de "acá adentro", ya que es lo que se hace posible llegando a un cierto nivel donde ya no existen parámetros de ni arriba ni abajo, porque en realidad; la dualidad se pliega en sus contrastes, y desaparece sin quebrantar el noble estado de la incertidumbre en el poder que ha logrado llegar a ser un orden…
Esto nos lleva a indicar que no solo el “Sol” que “hace ser” al sol visible, es algo "invisible" por concordancia, si no que todo lo que usted "ve” y nosotros “vemos", en realidad lo es como una apariencia, y que sigue siendo algo "invisible" desde lo que se informa, y es por ello; que se puede legar a sentir/percibir, (tal como un Diamante trasparente capta la energía luminosa en su "propio" reflejo, o de la caja negra de una cámara que captura la imagen)
Blanco y negro en los secretos profundos, le hacen ser de esta percepción que se viste de apariencias, pero es siempre en función de lo que ya somos, y en lo que en nosotros estamos se “crea” por la necesidad de comprender y resolver su interés natural o asistido y condicionado en los mundos, (que por resonancia), cristalizan de una “degradación” iónica y tónica que nos permite hacer “despertar” desde ese algo que se apercibe en las cualidades, para comprender lo que informa…
Realidad, tanto “ideal” como “tangible” en los flujos que la sostienen, y en los estados y en las superficies que se adecuan como la experiencia del reconocimiento en la misma entidad que integran, por estos datos como fundamentos de un juicio en lo que nombra y concreta, por todo lo que comprende y vive como la “materia” (o el “espíritu”) que los diferencia, tal como en los planos sesgados de un limite y en los “dioses”, y en las leyes, de todos los poderes que en todos los estados de la “res”/cuerpo, se han dado a partir del “miasma vestigial” de una "tremenda" entidad electromagnética…
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Lo que ves, es la reflexión que captas luego como un color o explicación de las propiedades nada más, pero muchos se conforman con esta “miseria” operativa de la “traducción”, a partir de ese origen (porque sirve a la mecánica de su obligación cardinal, o en las necesidades dialécticas), como el acto de un vivir tomando todo lo que es real, por el color y las formas sensibles que esta danza les proporciona como el escape, hacia la terrible abstracción constante de un conflicto de absolutos en donde todos se niegan y afirman, por lo que se hacen de ser como la influencia de un medio o en la herramienta, que encarnan clausurando un mundo en la obsesión de llegar a la cima de un arriba, por todo lo que haya abajo aterrado o seducido de lo que ya estaba "aquí mismo", que también es; otro modo del "lenguaje" en el gozo, pero que al secuenciar las mutaciones como verdades que son variedad de la tensión magnética, podemos lograr entender lo que se haya dado como lo hecho posible de la relación para captar las “cosas”, que así observan, y se imbuyen del significado del mismo que la observa, para comprenderlas, sin quedarnos en la paradoja de un relativismo ontológico…
Por esto he dicho que no es dado a la manera de lo platónico universal, la idea de una supuesta “verdad” en las cosas, o en el divagar del gnosticismo arquetípico, que ha derivado también de aquella postura “eidética”, ni por lo que ya se ha escindido de la absoluta experiencia en estas “dos partes” (y aun menos en los paupérrimos teatros de los pos-modernos), como un mundo de arriba y de abajo, como un cielo e infierno, y de toda la dualidad que distrae y polariza al torpe de inteligencia (esto indica la certeza del poder de umbral que ya somos, sin la necesidad de confirmar las sospechas), de un estado de apariencia irreconciliable en nosotros, ya que se ha quedado enclaustrado en la imagen de una diferencia como la meta de la experiencia, confundiendo el trabajo con la herramienta...
Vivir cuando es la integridad del sistema la diferencia que los denota, en todo lo que permite ser y hacer de una influencia en cualquier doctrina de la realidad, y del mundo y sus cosas, y que lo es; para solo controlar la experiencia, cuando no un camino errado y forzado, si es que los pasos de intención son “desgraciados” en su identidad fragmentada, cuando ya formulan la vía que creen como lo posible de la diversidad integrada en solo la ética y la estética, entonces se aparecen los fantasmas que distraen de la apariencia en las "cosas"…
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Se han de entender todas como “falsas”, las promesas del material dado tanto como en el espíritu o de la carne en esto, porque no hay declaración culmine de una realidad maestra, en todo sistema de códigos que funciona y se augura y actúa bajo un formato de la inteligencia, como un limite de la experiencia, y por lo que se descubre y nos permite un "trasponer" la interpretación por la identidad de una intención, mas bien, de lo que se pretende cuando "se representa", y en lo que se espera al yuxtaponer la idealidad de una verdad (o el arquetipo “fijo”), en la realidad denominada como luego en lo que hacemos y nos convencemos que ser, y que son; todas las “cosas", no somos ni lo que hacemos ni lo que decimos que hacemos...
Esto es debido a que así es solo como actúa la influencia que discrimina para comprender, pero también, para querer lograr controlar las cosas, y aquí hay nuevamente un forzamiento, ya que si usted solo “aprehende” la emoción, o la razón de esta experiencia, y se encierra en la inmanencia o la trascendencia, ya no lo hace porque está solo arriba o abajo, ni afuera o adentro, y así es como la máxima de eternidad e infinito se entienden, se analizan y realizan, sin comprender la necesidad de abstraerse de la “realidad pura” en el momento que se haya dado como presente…
Solo un “traslucir” que sustenta lo que se entiende, como el “traducir” algo para darle fundamento a la "originalidad" de cualquier experiencia, ya que es la operativa de hacer algo como un “ser posible” (pero no por ello es lo que “es posible”), solo como provecho o necesidad del gozo discriminado en la existencia, y en la realidad que impera en los conceptos “creados” bajo intención del nombrarles, como lo que "ya es la cosa”, pero que en realidad sirve para comprenderse a sí mismo, y como actividad económica capaz de expresar y hacer ver, la realidad de una consecuencia innata en la naturaleza, cuando entendemos algo como “encarnado” en la frecuencia especifica a lo que unifica toda inmanencia y trascendencia en nosotros, y en todas las “cosas”...
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