sexo tantrico ante el altar secreto...
cuestionándolo todo reluce la energía etérea, llamando al corazón del vacío pleno, la muerte del sol negro en estos brazos del que alcanza una verdadera iluminación, cuando la luna y el astro sol son tragados por aquel júpiter grandioso, en su eterna libertad y asombrosa sabiduría, sin tiempo ni espacio...
el culto sangriento en el crisol vital, la roja fuerza que antecede a los deseos, a los pensamientos de la incongruente realidad social y religiosa, la que no es capaz de avanzar y se nos queda atrás, porque no resuelve y nos enfrenta nuestra esencia humana y animal, va escapa en sus mentiras y entumecida entonces nos ahoga el alma y el deseo; nos tortura y nos desasosiega en sus cadenas de falsas caricias, de falsas sonrisas, de falsas libertades...
la masa se aturde, se asusta y aterra en los resquebrajados cimientos de esta identidad, pero la ironía divina en los senos perfectos de una hermosa diosa del antiguo orden y mandato, nos despierta las manos, es ella la suprema, la herida renacida del costado humano, aparente es la que abre su flor y escribe con su lengua en este sexo, lo que hoy día debería ser ya realizado...
entonces mis manos se vuelven ansiosas y recorren lo que no esta, la invocan, la seducen y ella entrega y llega como un tornado de almas en pena, como una hermosa antigua que a sido rejuvenecida por el poder de un falo creativo al ser bañada en semen y abrazos lánguidos, de estas manos solidas de un hombre bestia, aullando en su eterna soledad, invocándola por siempre, el va destinado a ser el mas fuerte de todos los ancestros, el mas sincero de los atormentados, va cargado en la imposible tarea de olvidar los ritos del bosque y en el invierno frío y tenebroso se eleva, cuando yo la veo acercarse aun mas brillante y caliente que esta sangre...
y en sus ojos perdidos existe la luz herética en su estado mas puro y salvaje, de esa poderosa iridiscencia de las flamas áureas e internas que empiezan a renacer al caer el ocaso del día, el soma y linfa eleva, la carne palpita, el cuerpo entero eriza y ella se aposenta encima del gran falo que hay aquí en mi centro, hinchado y endurecido, cuando su presencia y silueta desnuda le invoca la fuerza en su máximo esplendor y así; yo llego ante ella y ella llega ante mi, en justa y perfecta medida avanzamos calándonos, nos atrevemos a besarnos y apretar fuerte, frotando y sobando nuestros cuerpos, excitados, ardientes, entrando en el éxtasis y ansiosos de concretar la copula durante horas, días, siglos enteros; hasta sudar toda la vida y entregar toda frecuencia, del gusto liquido, del grito y gemido, sabroso, de saliva jadeante en su altar de una madre tierra y ante sus dioses, los que nos presencian en la sexualidad perenne y gloriosa, brillando aquí y ahora...
es cuando estamos juntos y entramos, como ángeles caídos bajo el signo del dragón subterráneo al paraíso perdido, con cabeza del chivo y la oveja en la caverna de un santuario secreto, somos la daga y la copa, el basto y el oro que anteceden con sus misterios, lo que aun yace detrás de lo que se esconde misterioso, detrás de su velo...
como eternos desvelos de unos rebeldes santificados, luciferes iluminados, maestros del propio peso existencial, sin macula, sin costra ni culpa, ni tampoco ideal estéril, vamos juntos y hacemos el amor mas puro y real, como libertadores del alma humana que somos, somos presentes en los mundos elementales, animales, humanos, minerales y planetarios...
y así es como suena la bella música de las esferas, la trova y el encanto digno de todas las conquistas y entregas, el triunfo de un universo en su máxima expansión de la espiral, juntos fornicamos, follamos, cogemos, creamos y hacemos el amor y estallamos, eyaculando mil veces dentro del crisol diestro y siniestro de toda la existencia, desarmando lo anterior al vacío mismo que nos queda y así, nos convertimos en nuestros mismos dioses encarnados...
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