erotonica...
no busques en ese maltrecho espacio de la ilusión tus desiertos del amor, no integres las filas de los desahuciados del sentido, no aceptes nunca un no como respuesta...
líbrate del clamor de una tristeza, y alude al momento de la sospecha, comprende, date cuenta de aquello que es cierto y no pone rejas, quejas, cuerdas solo para sentir la potencia del gesto, de la contención que eleva la excitación...
cuando se desborda convierte toda la espera en esperma y su arrebato derrumba toda resistencia, y ahora yaces como una flor desmayada, abierta y mojada, desencajándose por sobre mis caderas, completa...
y así culmina el ciclo, la rueda gira y genera aun mas fuerza, la potencia de los placeres sublimes, levantas tu rodilla y se expande aquella puerta divina, dulce y violeta, compuesta de una huella de bruma y una larga gota espesa que cae y recorre hacia abajo, revoloteando en el surco del pliegue, aparejando en sudor e inspirando aroma y sabor sublime de aquellas piernas tuyas...
cuando yo tomo el tobillo con soltura y te desvisto en la hoja del libro, se expande aquella que suena como una sandia al partirse en dos, yo empujo y tu sonríes, me impulsas cerrándome los ojos, apretando esos labios que se hacen como una chimenea angosta y resoplas, expulsando el fuego de tu aliento en zumo de vida y así el gozo entero se eleva, como una exhalación constante y condensada de humedad corpórea y te duele en lo justo y necesario, sin medir lo que se desborda y ahora huele a un cuello mojado...
en la lengua delineas la viga envuelta de mi espiga de oro, la revuelves con tus dientes suavemente, y yo como suspiro inmenso intenso, bien largo y constante vuelvo a entrar una y otra vez, una y otra vez en el lago de tus encantos bien formados, hasta dejar de pensarte, recordarnos o inquietar el alma, renunciando a esos juicios de afuera, quemándonos en la hoguera de las virtudes sensuales, completando el enigma ante un sexo honrado y eterno de opuestos perfectos...
y avanzamos con potencia, hasta exacerbar totalmente el triunfo de la verdadera presencia, yo bien pegado en tus senos, tu arremolinada sobre el cuartillo de mi endurecida humanidad, bien curtidos estos dos amantes de los delirios, sagrados en la caricia del cuerpo y el alivio del alma...
vamos quedándonos por fin completos, sinuosos, orgánicos de la insistencia respiratoria y de ese rayo enérgico que aturde al soltar tus chispas como una lluvia de imanes, justo al mismo tiempo en que grito y me aquieto en los espasmos de aquel chorro intenso, rápido, grueso, blanco y caliente que te ha completado el gusto y quedamos conscientes, tranquilos, en relajo y satisfechos, muy sonrientes y deshechos sobre las colchas de seda de un mutuo, sincrónico, orgasmo total e integral...
líbrate del clamor de una tristeza, y alude al momento de la sospecha, comprende, date cuenta de aquello que es cierto y no pone rejas, quejas, cuerdas solo para sentir la potencia del gesto, de la contención que eleva la excitación...
cuando se desborda convierte toda la espera en esperma y su arrebato derrumba toda resistencia, y ahora yaces como una flor desmayada, abierta y mojada, desencajándose por sobre mis caderas, completa...
y así culmina el ciclo, la rueda gira y genera aun mas fuerza, la potencia de los placeres sublimes, levantas tu rodilla y se expande aquella puerta divina, dulce y violeta, compuesta de una huella de bruma y una larga gota espesa que cae y recorre hacia abajo, revoloteando en el surco del pliegue, aparejando en sudor e inspirando aroma y sabor sublime de aquellas piernas tuyas...
cuando yo tomo el tobillo con soltura y te desvisto en la hoja del libro, se expande aquella que suena como una sandia al partirse en dos, yo empujo y tu sonríes, me impulsas cerrándome los ojos, apretando esos labios que se hacen como una chimenea angosta y resoplas, expulsando el fuego de tu aliento en zumo de vida y así el gozo entero se eleva, como una exhalación constante y condensada de humedad corpórea y te duele en lo justo y necesario, sin medir lo que se desborda y ahora huele a un cuello mojado...
en la lengua delineas la viga envuelta de mi espiga de oro, la revuelves con tus dientes suavemente, y yo como suspiro inmenso intenso, bien largo y constante vuelvo a entrar una y otra vez, una y otra vez en el lago de tus encantos bien formados, hasta dejar de pensarte, recordarnos o inquietar el alma, renunciando a esos juicios de afuera, quemándonos en la hoguera de las virtudes sensuales, completando el enigma ante un sexo honrado y eterno de opuestos perfectos...
y avanzamos con potencia, hasta exacerbar totalmente el triunfo de la verdadera presencia, yo bien pegado en tus senos, tu arremolinada sobre el cuartillo de mi endurecida humanidad, bien curtidos estos dos amantes de los delirios, sagrados en la caricia del cuerpo y el alivio del alma...
vamos quedándonos por fin completos, sinuosos, orgánicos de la insistencia respiratoria y de ese rayo enérgico que aturde al soltar tus chispas como una lluvia de imanes, justo al mismo tiempo en que grito y me aquieto en los espasmos de aquel chorro intenso, rápido, grueso, blanco y caliente que te ha completado el gusto y quedamos conscientes, tranquilos, en relajo y satisfechos, muy sonrientes y deshechos sobre las colchas de seda de un mutuo, sincrónico, orgasmo total e integral...
Comentarios
Publicar un comentario